En un mundo en el que hay primacía de la imagen, la escopofobia (el temor a ser mirado) puede ser una verdadera tortura. Sin embargo, a veces se desacredita su importancia, puesto que se confunde con timidez o con miedo.
No es timidez, ya que en ella el malestar acusado es menor. Si bien una persona puede tener dificultades para socializar, no se siente excesivamente incómoda o temerosa en la situación. En cambio, la fobia tiene un impacto significativo en el funcionamiento cotidiano de la persona.
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Tampoco se trata de un simple miedo, ya que este es adaptativo y nos prepara para la acción cuando es necesario. Pero cuando el miedo se convierte en una alarma que suena de manera permanente y nos impide vincularnos o desarrollar nuestros intereses, entonces tenemos un impedimento.
En el caso de la escopofobia, el miedo es irracional e incontrolable, a pesar de que la persona intenta mantenerlo a raya. A su vez, se presenta ante un estímulo que en sí mismo no es peligroso.
¿Cómo se expresa la escopofobia?
La escopofobia se caracteriza por el miedo intenso y persistente a ser mirado. Es irracional o excesivo frente a la situación.
Por lo que tiene la particularidad de tratarse tanto de una fobia social como una específica. En el primer caso, la persona teme a las situaciones sociales, ya que en ellas está expuesta y puede ser observada. La ansiedad y malestar que se producen se evitan cada vez más, reforzando y alimentando un circulo vicioso.
A su vez, responde al tipo de fobia específica. Se trata de un miedo hacia algo puntual, más allá de que se presente en una situación social.
Síntomas de la escopofobia
Los síntomas de la escopofobia son similares a los de las fobias en general, tanto a nivel somático como autónomo y cognitivo. Entre ellos encontramos los siguientes:
-Taquicardia, temblores de cuerpo y de voz, sudoración, escalofríos.
-Malestares estomacales: desde la sensación de vacío en el estómago hasta diarrea.
-Dificultades para pensar
–Retroalimentación negativa: la percepción de los síntomas es mayor de lo que sucede en realidad.
-Excesiva atención centrada en sí mismo.
-Dificultad para concentrarse en otro tema.
-Temor a la crítica y a hacer el ridículo.
-También se presentan sesgos cognitivos que llevan a interpretaciones extremas y poco realistas de la situación. Por ejemplo, que todos están criticando, cuando no hay evidencia de que sea así.
Existe exageración de los errores cometidos, subestimación de las capacidades, atención selectiva a ciertos mensajes o reacciones que confirman lo que ya se piensa. Es lo que se conoce como visión de túnel.