Las 11 de la mañana del 12 de octubre de 2016 es recordada como una hora fatídica en Puerto Montt, una pequeña ciudad portuaria al sur de Chile.
Ese fue el momento exacto cuando decenas de ciudadanos que iban caminando presenciaron cómo un hombre apuñaló cinco veces a una joven en plena fachada de una notaría.
Puerto Montt es un conocido pueblo portuario en el sur de Chile líder en la industria del salmón en el país austral. Es una ciudad mediana y aunque ocurren crímenes, incluyendo feminicidios, hubo consternación debido a la violencia con la que ocurrieron los hechos ese día y porque se trató de una pareja migrante.
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La víctima del fatal ataque fue Karol Vanessa Medina Mesa, una joven de 23 años oriunda de Boyacá, quien recibió cinco puñaladas en plena vía pública por parte de su pareja Juan Carlos Tovar Palma, quien le doblaba la edad.
Quienes conocieron a Karol en Puerto Montt la recuerdan como una joven llena de vida y muy hermosa. Era alta, muy carismática, tenía mucha presencia y era muy respetuosa. En el poblado mucha gente la conocía y la quería.
Karol había llegado a Puerto Montt en enero de 2015 con su pareja Juan Carlos, quien trabajaba como contratista y había encontrado un buen empleo en la ciudad salmonera.
Juan era mucho mayor que Karol cuando se conocieron en Boyacá, ella tenía 15 años y él, 38. Sin embargo, ella ya era madre de una niña que tuvo una pareja anterior a los 14 años.
Sus allegados recuerdan que su relación resultaba atípica para quienes los veían juntos, pues la diferencia de edad era evidente, pero ellos se querían y Juan había adoptado a la hija de Karol. Sin embargo, ese amor del principio se fue deteriorando con el tiempo y en alguna ocasión se habían separado temporalmente, pues Juan Carlos era muy celoso.
Cuando la pareja boyacense llegó a Puerto Montt ya tenían tres niñas y a principios de 2015 Karol quedó nuevamente en embarazo, esta vez de un varón. Lamentablemente, para ese momento su relación con Juan no pasaba por el mejor momento.
Los celos, sumados a la violencia psicológica que él aplicaba sobre ella, ocasionaron varias rupturas. En más de una ocasión decidieron terminar su relación y Karol se iba a quedar algunos días en casa de una amiga.
La última de esas discusiones y separaciones ocurrió el 7 de octubre de 2016. Cansada de los malos tratos y la desconfianza de Juan Carlos, Karol tomó sus cosas y a su hijo de brazos y se fue de la casa.
Esta ocasión era diferente, pues Karol se escondió de Juan Carlos, no se comunicaron y él no supo dónde estaba ella. Además, él ignoraba que Karol ya había decidido abandonar el país y regresar a Colombia, un plan que ya había consultado con su padre Wilson Medina, a quien meses antes había convencido de viajar a Puerto Montt para vivir con ellos y cumplir el ‘sueño chileno’ como ellos lo habían logrado.
Karol, decidida a no dejarse maltratar más y a darles a sus hijos una crianza lejos de la violencia y los malos ejemplos, tramitó su regreso a Colombia y lo único que le faltaba para lograrlo era la firma de Juan Carlos, padre legal de la niña mayor y biológico de las otras dos y del bebé.
La última cita
Ese miércoles 12 de octubre empezó como un día agradable para salir a caminar, la temperatura era de unos 16 grados, muy promedio para el otoño que corría.
Pasadas las 7 de la mañana Karol llamó a Juan Carlos a su celular, llevaban cinco días sin hablar.
“Ella lo llamó temprano ese día y le explicó qué era lo que tenía pensado hacer y que necesitaba que él diera autorización por escrito para la salida de los niños del país, porque se quería alejar de él y regresar a Colombia. Y él le respondió muy tranquilo, le dijo que sí y preguntó dónde se iban a encontrar”, relató Danilsa Granados, encargada de la Oficina de Inmigrantes de la Municipalidad de Puerto Montt y presidenta de la Asociación de Colombianos Residentes en el Sur de Chile.
Karol citó a Juan Carlos a las 11:00 a. m. en la Notaría de Don Heriberto Barrientos Bahamond, en la calle Urmeneta 350 del sector Los Lagos. Ella tenía la esperanza de que todo iba a salir bien y estaba confiada, pues su expareja se mostró tranquilo y de acuerdo con su solicitud.
Karol realmente no sabía lo que pasaba por la mente de Juan Carlos tras esa llamada.
La joven llegó antes de las 11 a la notaría, adelantó unos papeles y estaba dentro de las instalaciones con su hijo de brazos, pues no encontró quien se lo cuidara en casa, esperando a Juan Carlos.
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Juan Carlos llegó puntual, el reloj marcaba justo las 11, y desde afuera de la notaría le hizo señas a Karol para que saliera un momento. Ella, un poco incómoda, accedió a salir para ver qué quería él.
Bajo ese sol y frente a decenas de personas que concurren diariamente la calle Urmeneta 350, Karol se paró frente a Juan Carlos y lo saludó amablemente, pero la reacción de él fue inesperada, la golpeó en la cara y la hizo caer al piso.
Antes de que Karol lograra reincorporarse y pedir ayuda, incluso antes de que los transeúntes pudieran defenderla de su agresor, Juan Carlos sacó de entre su chaqueta un gran cuchillo de carnicero que había comprado minutos antes en un almacén cercano y le propinó cinco puñaladas a Karol.
Todo sucedió muy rápido, en cuestión de segundos. Con la misma rapidez, algunos ciudadanos se abalanzaron sobre Juan Carlos y evitaron que siguiera atacando a Karol, quien ni siquiera había podido gritar y estaba desangrándose sobre el cemento de la Urmeneta 350.
Los trabajadores de la Notaría de Don Heriberto llamaron a emergencias y en cuestión de minutos llegaron los Carabineros y una ambulancia. Los primeros se llevaron a Juan Carlos y la segunda socorrió a Karol con el fin de salvarle la vida.
Ese 12 de octubre Karol estuvo despierta por cinco horas, entre las 6 que se levantó y las 11 que la apuñalaron. Luego de eso, luchó por su vida durante 18 horas más, pero perdió la batalla a las 5:00 a. m. del jueves 13 de octubre.
Consternación en Puerto Montt
La calle Urmeneta quedó manchada de sangre y la gente se detenía sobre su banca para hablar de lo que pasó ese día fatídico.
“Puerto Montt quedó consternado con el feminicidio de Karol. Acá hay feminicidios y crimen, pero ese ocurrió a plena luz del día, frente a todo el mundo y era una pareja de extranjeros”, manifestó Danilsa granados, quien desde ese día se convirtió en uno de los apoyos más importantes para lo que se les venía a las otras víctimas, los hijos y el papá de Karol Vanessa.
Danilsa ayudó a Wilson para que solicitara una serie de medidas urgentes ante el Juzgado de Familia de Los Lagos para proteger a los cuatro hijos de Karol. Además, que se les incluyera en el Programa de Familias de Acogida Especial (FAE) para que recibieran acompañamiento psicológico, intervención profesional y un apoyo económico del Estado para su manutención.
Todo este apoyo y protección para los niños se logró rápidamente, del mismo modo que se consiguió la condena para Juan Carlos.
No hubo necesidad de muchos juicios contra el feminicida, quien se encargó de convertir su sangriento crimen en un show mediático.
Todo Puerto Montt siguió de cerca el caso, el cual hasta provocó una protesta de colectivos feministas, pues Juan Carlos y su defensa solicitaron que se le deportara hasta Colombia para cumplir su pena cerca de sus familiares.
Sin embargo, la justicia chilena aplicó justicia con la máxima pena: 40 años de condena efectiva en la cárcel, sin beneficios de ningún tipo.