En 2018, Laia, una niña de 13 años, desapareció cuando bajaba desde la casa de sus abuelos hasta el portal donde la esperaba su padre. Tres horas después, dos de sus tíos encontraron su cuerpo semidesnudo en la casa de un vecino del bloque donde vivían sus abuelos.
Este lunes ha comenzado en España el juicio por estos hechos, un caso que alarmó especialmente a la opinión pública. Por este crimen solo hay un detenido, un hombre, de alrededor de 45 años, para quien tanto la Fiscalía como la acusación particular piden la prisión permanente revisable y una indemnización de 450.000 euros para la familia de la víctima.
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Se espera que el acusado declare el próximo día 20, ante los nueve miembros, cinco hombres y cuatro mujeres, del jurado popular que lo juzgará por el delito de agresión sexual en grado de tentativa y por el de asesinato.
Nunca llegó al portal
Los hechos a juzgar se remontan al 4 de junio de 2018, en el municipio catalán de Vilanova i la Geltrú, una ciudad de algo menos de 70.000 habitantes. La niña había pasado la tarde en casa de sus abuelos y su padre había ido a buscarla, pero la pequeña nunca llegó a salir por el portal. Enseguida los familiares comenzaron una intensa búsqueda por las inmediaciones. Casi inmediatamente comenzaron a preguntar a los vecinos, por si alguno de ellos la había visto.
Cuando llegó el turno de preguntar a un vecino del primero, los tíos de Laia notaron algo raro y forzaron su entrada en el domicilio, allí se encontraron el cadáver de su sobrina, ensangrentada y medio desnuda debajo de un colchón.
La autopsia confirmó que la niña había muerto asfixiada, ahora se sabe que con un collar canino, y que había recibido además varias puñaladas con un cuchillo de cocina. Tampoco se descarta el intento de agresión sexual, puesto que la menor estaba medio desvestida. Entre la desaparición y el macabro hallazgo apenas transcurrieron tres horas.
Antecedentes por violencia doméstica
El acusado es un hombre que tiene antecedentes por violencia doméstica y que hacía poco tiempo que había ido a vivir a casa de sus padres, que no se encontraban en el domicilio en el momento del crimen. Tras su detención tuvo que ser escoltado por agentes de Policía, ante la gran multitud de vecinos y el temor a que pudiera ser linchado.
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En su primera declaración, el individuo afirmó que no recordaba los hechos, porque se encontraba bajo los efectos del alcohol y las drogas. El argumento de su defensa es que dado su estado el acusado confundió a la menor con un ladrón, lo cual no explicaría por qué obligó a la niña a entrar en su domicilio.