Muhammad Ikram, el pakistaní sin brazos todo un crack en el billar

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Las historias de superación en el deporte acostumbran a impactar, especialmente cuando los protagonistas son deportistas discapacitados que, gracias a su tesón, consiguen alcanzar sus objetivos.

Este es el caso de Muhammad Ikram, quien se ha convertido en una pequeña leyenda del snooker, una modalidad del billar muy popular en los países del antiguo imperio británico, en su Pakistán natal. A pesar de haber nacido sin brazos, Muhammad puede vencer a cualquier rival sobre el tapete verde de la mesa de snooker en Faisalabad, una gran ciudad al este del país.

La precisión y la fuerza de sus golpes, que lleva a cabo impulsando las bolas con su barbilla y la boca, impresionan, después de años de “trabajo duro” dedicados a perfeccionar su arte, según ha explicado el propio protagonista a la agencia a AFP.

Nacido en una familia pobre, Muhammad Ikram, como sus otros ocho hermanos y hermanas, no iba a la escuela y a menudo se sentía aislado. Cuando era adolescente comenzó a ir a una sala de billar y, cautivado por el juego, volvió para entrenar allí “en secreto”, asegura.

“Al principio empujaba las bolas solo en una mesa de snooker vacía. Poco a poco fui mejorando y comencé a jugar contra otros”, explica Ikram.

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Preocupados porque pudiera lesionarse o hacerse daño, sus padres le prohibieron jugar durante mucho tiempo, antes de aceptar que volviera a hacerlo el año pasado. Pronto, los videos que lo mostraban en acción se multiplicaron, convirtiendo a Muhammad Ikram en una pequeña celebridad entre los jugadores de snooker paquistaníes.

“Me estoy volviendo famoso”, se alegra, al tiempo que confiesa que no sabe qué son las redes sociales.

Introducido en el sur de Asia en la época de la India británica, el skooker ocupa un lugar importante en la escena deportiva de Pakistán. De hecho, Muhammad Ali Jinnah, el fundador del país, fue un jugador acérrimo.

Muhammad Ikram es un “verdadero deportista”, dice Muhammad Nadeem, propietario de la sala de billar en Samundri, donde entrena. “No le hacemos pagar por jugar, apunta. Al contrario, son sus oponentes quienes le pagan”.