Las protestas civiles son un fenómeno común para muchas regiones del mundo, desde Chile a Brasil pasando por países de Oriente Medio, Europa o EE.UU. Los gobiernos las afrontan invirtiendo una suma récord en armas no letales.
The Wall Street Journal’ pronostica que en los próximos cinco años la región que más gastará en armamento no letal será Europa, con unos 1.900 millones de dólares, seguida por Asia, con 1.190 millones. Mientras tanto, EE.UU. invertirá por su parte unos 1.200 millones de dólares en este tipo de armas.
El argumento habitual que esgrimen las autoridades a favor del uso de tecnologías de dispersión a manos de la policía o de las fuerzas de seguridad a la hora de intentar controlar las multitudes, es el que no acarrean bajas ni causan heridas importantes. Sin embargo, no todos los expertos son tan optimistas.
«El armamento no letal crea una ilusión falsa de seguridad. En realidad, no puede haber armas que excluyan víctimas con una probabilidad del 100%», opina Víktor Selivánov, de la Universidad Tecnológica Estatal Bauman de Moscú. «Cuanto más eficaz sea una tecnología no letal, más lesiones causará», insiste, por su parte, el médico Vladímir Savostiánov. Durante los debates mantenidos sobre el particular en la Universidad Bauman, expertos coincidieron en destacar que las armas no letales operan en la proyección frontal, de tal forma que la zona del impacto incluye los órganos más vulnerables: ojos, cuello, abdomen e ingle.
«Aunque una bala de goma impacte de forma tangencial puede dejar hematomas en órganos internos, lo que es algo bastante peligroso: por ejemplo, una contusión del intestino grueso puede generar peritonitis. Los cañones electromagnéticos que emiten ondas de 95 GHz de frecuencia pueden incluso dejar quemaduras térmicas superficiales en los seres humanos. Se cree que una vez aplicado el cañón, la multitud empezará a dispersarse y evitará lesiones, pero si las filas de atrás siguen ‘presionando’, uno no podrá huir de inmediato», explica Savostiánov.
Según el médico, para conseguir que las armas no letales dejen de representar una amenaza para la vida y la salud humanas, debe haber unidades especiales entrenadas para actuar en diferentes escenarios, algo que no existe hoy día. También insiste en la necesidad de que las tecnologías deban basarse en soluciones flexibles y en poder tomar en cuenta la orientación, el posicionamiento y otros factores.