El optimismo expresado por Estados Unidos sobre las ventajas que obtendrá de la extracción de petróleo de esquisto no está justificado, según opinan varios expertos en seguridad energética.
Hace dos años, la perspectiva de EE.UU. en torno a los recursos mundiales de crudo experimentó un cambio drástico: de la preocupación por la insuficiente oferta se pasó a la esperanza en una independencia energética para el país gracias a las reservas no convencionales.
Apoyado por los estudios de diversas consultoras, el nuevo enfoque augura el declive de la supremacía de la OPEP, la democratización del mercado e incluso la conversión de EE.UU. en algo parecido a Oriente Medio en lo que se refiere a la producción petrolífera.
Pero los expertos Daniel Davis y Jeremy Leggett se han fijado en ciertos hechos que ponen esos pronósticos en tela de juicio.
Según la reputada revista de negocios ‘Forbes’, además de otros países emergentes que presentan una gran demanda de crudo, se espera que China incremente su consumo en cuatro millones de barriles por día para 2020.
Los datos de la Administración de Información Energética indican que el consumo mundial aumentó en un 13% entre 2000 y 2010, mientras que para los países de la OPEP el crecimiento fue de cuatro veces mayor (56%).
Ante el crecimiento de la población en este grupo de países previsto para las próximas décadas, es muy probable que se intensifique la tendencia de consumir cada vez más crudo a cuenta de la proporción exportada. A eso se suma el hecho de que la extracción en el 80% de los mayores yacimientos de crudo convencional del mundo ya ha alcanzado su máximo y está en su etapa descendente. Este grupo experimenta un descenso anual de extracción de entre un 4,5% y un 6%.
El geólogo David Hughes, que lleva 30 años en el Servicio Geológico de Canadá, subrayó que tras analizar más de 65.000 pozos de crudo no convencional, extrajo la conclusión de que la extracción del mismo crecerá solo hasta 2017. Ante la típicamente alta tasa de agotamiento de los yacimientos no convencionales actualmente entre un 30% y un 44% al año hará falta perforar cada vez más pozos para compensar esa disminución.
Eso requerirá hasta 44.000 millones de dólares en inversiones anuales para mantener el balance de extracción.
Si estos pronósticos se cumplen en el plazo que va hasta 2020, será imposible mantener la oferta suficiente para satisfacer la demanda global a precios aceptables.
Los autores advierten que el impacto acumulativo de dichos factores sería significativo en la oferta mundial de crudo.
«Las implicaciones económicas globales de una crisis sin que se haya contemplado un plan de alivio podrían ser severas», subrayan los expertos.
Los analistas llamaron a elaborar soluciones multilaterales a los problemas a los que se enfrentará el mundo, ya que «ningún país podrá prosperar de manera independiente en esas condiciones».