Según ‘The Wall Street Journal’ se trata, en pocas palabras, de su resistencia a volver a casa sin una victoria. Los militares de EE.UU. quieren que sus pérdidas en Afganistán se vean justificadas.
Este sentir es especialmente fuerte entre las tropas de élite de operaciones especiales, que fueron las primeras fuerzas estadounidenses en llegar a Afganistán en 2001. Y son ellos los que puedan formar la columna vertebral de cualquier fuerza de EE.UU. que deje en el terreno afgano después de que la mayor parte de las fuerzas de la coalición se retiren a finales del próximo año.
El ejército de EE.UU. desea mantener cerca de 9.000 soldados estadounidenses en Afganistán después de 2014 con una contribución menor de las naciones aliadas, según un alto funcionario de la administración Obama.
Tristes recuerdos de Vietnam
El secretario norteamericano de Estado, John Kerry, y el presidente afgano, Hamid Karzai, avanzaron este mes en ultimar un acuerdo que permita una continua presencia militar estadounidense y de la OTAN más allá de 2014.
Pero el acuerdo aún sigue bloqueado en varios puntos, incluyendo la delicada cuestión de si las tropas estadounidenses estarían sujetas a la legislación afgana. Karzai dijo que no va a aprobar la inmunidad para las tropas extranjeras a menos que sea aprobada por una reunión de líderes afganos tradicionales o Loya Jirga.
«Nos gustaría permanecer a largo plazo, y nuestros socios [Fuerza de Seguridad Nacional Afgana] han indicado que quieren que nos quedemos», dijo el General Austin Scott Miller, que pasó tres años en Afganistán entre 2001 y 2004 y que ahora comanda las fuerzas especiales de los aliados destinadas allí.
«Las relaciones entre nosotros son muy profundas después de 12 años», agregó.
Además, la salida ignominiosa de EE.UU. de Vietnam -helicópteros que elevaban a los últimos estadounidenses y desesperados vietnamitas en la caída de Saigón- está en la mente de los soldados estadounidenses.
A ello se suma, según ‘The Washington Post’, un trasfondo material. Después de la retirada EE.UU. perdería el acceso a los proyectos de reconstrucción afgana de miles de millones de dólares.
Mientras tanto, los expertos destacan que EE.UU. no logró llevar a cabo su misión en Afganistán. En general, el futuro de Afganistán tras la operación de la OTAN suscita muchos debates: los estadounidenses creen que no estará vinculado con los talibanes, mientras que los talibanes creen por su parte que no predominarán los valores occidentales. Según los expertos, el futuro, en todo caso, será oscuro.
Los analistas destacan que Afganistán no es la primera víctima de la democracia estadounidense y que las consecuencias de su operación quedaron claras desde el comienzo, señalando que, en particular, Afganistán se ha convertido en un estado productor de heroína debido a EE.UU.
En la actualidad la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán es de aproximadamente 100.000 personas. La retirada de las tropas está prevista para finales de 2014. Pero EE.UU. todavía no ha tomado una decisión acerca del escenario final.