La idea de las reservas de petróleo incesantes, expresada por el economista Morris Adelman, encontró una segunda vida después de que su autor falleciera el pasado mayo. Según diversos analistas ese concepto es insolvente y muy alejado de la realidad.
Los partidarios de Adelman creen que su idea, muy específica, sobre las reservas de petróleo incesantes debe convertirse en la base para la política energética del planeta que, al mismo tiempo, no debe tener en cuenta el cambio climático. No obstante, el analista del portal ‘Resource Insights’, Kurt Cobb, critica la falta de sentido de ese concepto.
Así, especifica el analista, Adelman dijo que el petróleo nunca se secará si la tecnología se desarrolla y el precio del petróleo se mantiene lo suficientemente alto. Aquí, la palabra más importante es «suficientemente», porque todo cambia si la tecnología se desarrolla, pero no lo suficientemente rápido, y el precio del petróleo es alto, pero no lo suficientemente para justificar su producción, indica Cobb.
El columnista menciona que mientras que los defensores de la industria del petróleo elogian al economista fallecido, el mismo sector reduce la inversión en la exploración y desarrollo de nuevos yacimientos, incluso con precios récords medios por día del crudo. Hasta con el precio del petróleo por encima de los 100 dólares el gasto enorme y un beneficio ínfimo del desarrollo de los yacimientos de hidrocarburos obligan a las grandes compañías a disminuir sus inversiones significativamente.
Todo esto significa que en el futuro se va a producir cada vez menos petróleo, y esto contradice a la posición de Adelman, indica el columnista.
Al mismo tiempo, a pesar de que la tecnología moderna (como la fracturación hidráulica, perforación horizontal) ayuda a alcanzar los depósitos de petróleo que antes eran inaccesibles, el crecimiento de la producción mundial durante siete años (2005-2012) descendió cerca de una cuarta parte en comparación con los siete años anteriores.
Adelman y sus seguidores proponen una idea en la que a las personas les gustaría creer. Con ello, «similares teóricos, alejados de la vida real, por lo general no abandonan sus ideas, aunque los hechos demuestran lo contrario. Ellos simplemente ignoran estas evidencias y esperan que todos los demás hagan lo mismo», concluye Cobb.