Una adolescente afroamericana de 16 años de edad fue acusada por el juzgado del estado Mississippi, EE.UU., del aborto de su hija, que nació muerta, y podría enfrentarse a una cadena perpetua por homicidio por negligencia.
La historia empezó en el año 2006, cuando Rennie Gribb, una adolescente de 16 años, que estaba en su octavo mes de embarazo, dio a luz a su hija sin vida. Los médicos del hospital declararon que la muerte de la niña fue causada por el cordón umbilical que se apretó alrededor del cuello del feto estrangulando a la pequeña, algo que puede ocurrir en cualquier parto.
No obstante, Steven Hayne, un anatomista patólogo del estado Mississippi, encontró en la sangre de la niña muerta presencia de cocaína, por lo que consideró la muerte de la hija de Gribb como un homicidio al conocer la intoxicación con esta droga. Hayne examinó la historia clínica de Gribb y descubrió que en el organismo de la joven durante su embarazo fueron detectadas con frecuencia marihuana y cocaína. Además Gribb faltó a los chequeos médicos.
Algunos meses después del nacimiento, el gran jurado de la región donde se ubica el hospital declaró a Gribb culpable de homicidio según la ley de Mississippi. Conforme a esta ley, cualquier acción que pueda provocar lesiones al feto se considera como un homicidio, por lo que la joven podría enfrentarse a una condena de cadena perpetua.
Siete años después, este mes de marzo el caso de Gribb se ha entregado al juzgado de Mississipi, informan los medios estadounidense. Sí el juzgado da validez a este asunto, Gribb podría ser la primera menor convicta por la ley de Mississipi por asesinato del feto.
No es la primera vez que una mujer es condenada a pena de cárcel por interrupción del embarazo por negligencia: en el estado Indiana una mujer fue sentenciada a un año de cárcel por acometer un intento de suicidio cuando estaba embarazada y en Iowa fue arrestada y condenada una mujer que se cayó de una escalera provocando así un aborto.