El presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó el jueves en Riad que Estados Unidos y las monarquías del Golfo Pérsico está «unidas» en el combate para «destruir» al grupo yihadista Estado Islámico.
Obama denunció de nuevo las «actividades desestabilizadoras» de Irán, rival chiita de los reinos sunitas del Golfo, pero también hizo un llamado al diálogo, destacando que a «ningún país» le interesa tener un conflicto con Teherán.
El mandatario estadounidense deseó que Irán «juegue un papel responsable en la región», que tome «medidas prácticas y concretas para promover la confianza», que «zanje sus diferencias con sus vecinos por vías pacíficas» y que actúe «conforme a las leyes y las normas internacionales».
Barack Obama realizó estas declaraciones a la salida de una cumbre durante la que trató de acercar posiciones con los dirigentes de los países aliados sunitas (Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Catar).
Estas naciones mostraron su malestar por la apertura de Estados Unidos hacia Irán y sus declaraciones sobre la necesidad de «compartir» su vecindad con Teherán.