Una trampa financiera impide que China acabe con el dólar de EE.UU.

El Banco de China afrontaría una perspectiva de considerables pérdidas en su cartera de reservas si intentara salir de la trampa que le preparó EE.UU. y emprendiera alguna acción precipitada para deshacerse del dólar.

Así lo pronostica en un libro recién publicado el profesor en políticas comerciales Eswar Prasad, que forma parte de la Institución Brookings, un conocido centro de estudios estadounidense. La monografía que acaba de ver la luz en la editorial de la Universidad de Princeton precisamente lleva por título ‘The Dollar Trap’ (‘La trampa del dólar’).

Las consecuencias políticas, especialmente para el partido gobernante en China (el comunista), podrían ser «feas» tan pronto como los ciudadanos chinos se den cuenta de la magnitud de estas pérdidas, advierte el experto. La población percibiría la acumulación de fondos en valores de Estados Unidos como una malversación por parte de los políticos y un robo de la riqueza popular.

Efectivamente, recuerda Prasad, las reservas de divisas en China, que montan unos 3,8 billones de dólares, es la mayor masa monetaria acumulada en el mundo. Pero el valor real de estos haberes depende de la dinámica de precios en el mercado de los bonos del Tesoro estadounidense, en la compra de los cuales China también invirtió unos 1,3 billones de dólares.

Así, dice el analista, el Banco de China se encuentra en un círculo vicioso. Cada vez que restrinja su política crediticia para contener el préstamo excesivo, los mercados se dan al pánico, los intereses interbancarios sobre el préstamo se disparan y los diseñadores de las políticas dan un paso atrás, explica. Al mismo tiempo, la ‘minicrisis’ que sufren los mercados emergentes este año complica enormemente los esfuerzos del presidente Xi Jinping de liberar la economía de su actual dependencia de las exportaciones.

Debido a esos factores, cree Prasad, «China tiene ahora un fuerte incentivo para apoyar la capacidad adquisitiva del dólar, lo que limitaría sus pérdidas por un plazo, pero a costa de enredarla aún más en la red pegajosa del dólar».

Además de esta metáfora con referencia a la trampa en la que se ve enredada la segunda mayor economía del planeta, el autor emplea otra para describir la situación general de la economía mundial: la compara con una jaula gigante. Una jaula que igualmente es obra de Washington.

«La opción que EE.UU. ofrece al resto del mundo es simple –ironiza–: usted puede elegir cuándo afrontar las pérdidas en valores de nuestra deuda: ahora o más tarde.» Mientras que el pronóstico general es más bien negativo, resume Prasad, «el único elemento de la economía global que seguramente va a crecer en los próximos años podría ser el tamaño de la jaula estadounidense».