El Poopó, que fuera el segundo lago más grande de las montañas andinas de Bolivia, está a punto de secarse completamente por efecto del cambio climático y la contaminación.
«El lago está en su mínima expresión, sólo queda entre 1% y 2% del agua en tres pequeños humedales que se están secando rápidamente por el intenso sol del altiplano en estos días», dijo el miércoles a The Associated Press Víctor Hugo Vásquez, gobernador de Oruro, 260 kilómetros al sur de La Paz.
Alertado por los lugareños, Vásquez sobrevoló la víspera el lago y dijo que del espejo azul que alguna vez abarcó hasta 84 kilómetros cuadrados sólo queda una inmensa costra salina en medio del árido altiplano a 3.700 metros sobre el nivel del mar.
La vida silvestre casi ha desparecido, no hay los flamencos andinos. La pesca y la agricultura se han reducido a pequeñas parcelas, según los habitantes de la zona.
El fenómeno climático de El Niño traerá sequía a esa región, con lo cual el Poopó perderá sus últimos charcos.
Vásquez dijo que acelera una ley para declarar a la zona en desastre y socorrer a más de 300 familias afectadas.
«La primera responsabilidad es del cambio climático que ha traído prolongadas sequías, pero tampoco se puede ignorar la contaminación minera, el arrastre de sedimentos y el desvío de los afluentes para la agricultura», dijo.
Por años el Poopó ha visto retroceder su cuerpo de agua sin que las autoridades hayan realizado esfuerzos para enfrentar el desastre pese a la advertencia de indígenas de la zona, dijo a medios locales el agricultor Víctor Machaca.
En la región operan varias minas, entre ellas Huanuni -la mina estatal de estaño más grande-, que a falta de un dique de colas vierte residuos tóxicos al lecho de un río que desemboca en el Poopó.
El año pasado los lugareños denunciaron una gran mortandad de peces pero no hubo acciones concretas de remediación y ni sanciones a las empresas mineras.