El papa Francisco visitó el lunes el Santuario de la Divina Misericordia, donde oró con cientos de enfermos oncológicos, ancianos y gente muy pobre con quienes bromeó al ofrecer no cobrar por su bendición.
Unos 2.000 asistentes recibieron con gritos de entusiasmo al papa, a quien un pequeño niño casi toca el rostro cuando pasaba en medio de los asistentes. Poco después, se inclinó ante un enfermo que yacía en una camilla en el suelo y le tocó el rostro. Enseguida oro en silencio frente al cuadro del Señor de la Divina Misericordia, y se volteó ante los presentes.
«Voy a pedir por cada uno de ustedes, le voy a decir al Señor el nombre de los que estaban ahí. Le voy a pedir a Jesús para cada uno de ustedes, mucha misericordia, que los cubra, que los cuide; y que la Virgen esté siempre al lado de ustedes», dijo.
Añadió que «antes de irme, les doy la bendición. No les voy a cobrar nada, pero les pido por favor que recen por mí, ¿me lo prometen?» y la gente respondió con un sonoro sí.
A su arribo a Guayaquil el papa fue recibido en el aeropuerto de esa ciudad por el vicepresidente Jorge Glass, el canciller Ricardo Patiño y el alcalde Jaime Nebot, quien le entregó las llaves de la ciudad, una joya diseñada con un topacio, perlas oro y plata.
A las afueras del aeropuerto miles de personas gritaban al unísono «Francisco, Francisco».
GUAYAQUIL, Ecuador (AP)