El Papa Francisco dijo este domingo que el maltrato hacia los inmigrantes que escapan de la guerra y la injusticia «hace llorar», durante su visita a la ciudad de Turín, en el norte de Italia, donde paró a rezar ante lo que algunos cristianos creen que es el sudario de Jesús.
La Iglesia no ha tomado una postura oficial y ha dicho que la conocida como «sábana santa de Turín» es, al menos, un poderoso recordatorio del sufrimiento de Jesús.
Francisco ha sido el último de una serie de papas que reza ante el sudario, que normalmente está cerrado con llave fuera de la vista tras un altar y que se exhibe ahora por primera vez en 17 años. Más de un millón de personas lo han visto desde que se abrió para visitas en abril.
Después, tras una misa ante 60.000 personas, dijo que el sudario debería estimular a la gente a reflexionar no sólo sobre Jesús, sino también sobre «la cara de cada una de las personas que sufren y que son injustamente perseguidas».
El Papa, de nombre Jorge Mario Bergoglio, es de origen inmigrante y el domingo se llamó a sí mismo «nieto de esta tierra». Sus abuelos maternos y su padre emigraron a Argentina desde una zona cercana a Turín.
En un discurso por la mañana ante miles de trabajadores y desempleados, defendió el derecho al empleo y pidió a sus oyentes que, aún en tiempos difíciles, ayuden al 10 por ciento de la población de la ciudad que vive en absoluta pobreza.
«La inmigración aumenta la competitividad, pero los inmigrantes no deben ser culpados porque son víctimas de la injusticia, de sus economías deshechas, de guerras», dijo en un distrito obrero que fue motor del auge industrial de la posguerra.
El Papa añadió, apartándose de su texto preparado, que «hace llorar a uno el ver el espectáculo de estos días en que seres humanos son tratados como mercancía».
El partido derechista italiano Liga Norte, que ha ganado apoyo de la gente que cree que los inmigrantes se llevan los recursos de una economía que lleva mucho tiempo paralizada, es muy fuerte en las regiones vecinas de Lombardía y Veneto.
El Pontífice ha hecho de la inmigración una prioridad de su papado. Su primer viaje en 2013 fue a la isla del sur de Italia de Lampedusa para rendir homenaje a los miles de inmigrantes que murieron intentando cruzar el Mediterráneo.
Francia y Austria han establecido controles fronterizos para los inmigrantes desde Italia, devolviendo a cientos y dejando a muchos de ellos acampados en estaciones de tren en Roma y Milán.
Más tarde, el Papa fue a la catedral, donde se sentó en veneración silenciosa ante el sudario, que lleva una imagen misteriosamente invertida como un negativo fotográfico, de un hombre con heridas de una crucifixión.
Agencias