Asia-Pacífico se transformará hacia 2035 en la región central del comercio y la refinación de petróleo. Así lo pronostica un informe sobre las proyecciones globales del sector energético presentado por la Agencia Internacional de la Energía.
Los países de Oriente Medio mantendrán su liderazgo a largo plazo en la producción de crudo, pero hacia 2020 América del Norte y Brasil van a poner a sus mercados tradicionales en aprietos. Al mismo tiempo la revolución tecnológica (que la directora ejecutiva de la agencia, Maria van der Hoeven, asocia a la fractura hidráulica, o ‘fracking’) no permite creer que los precios vayan a disminuir. Para 2035 el precio del barril alcanzará los 128 dólares.
Según una previsión del organismo, las corrientes del comercio petrolero se desplazarán hacia la región de Asia- Pacífico. Mientras tanto, se acelerará el descenso de la demanda en todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, entidad integrada por Canadá, EE.UU., México, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y los países de Europa.
Después de 2020 la India llegará a ser la mayor fuente de demanda de petróleo del mundo. Y antes de 2030 China y Oriente Medio adelantarán a EE.UU. y Europa, respectivamente, en las cifras absolutas del consumo de hidrocarburos. A los abastecedores actuales de la creciente demanda, como los Estados del golfo Pérsico, Rusia y los países de la cuenca del mar Caspio, se les añadirán otros, como América Latina y Canadá.
Habrá más ‘jugadores’ en la región, además de EE.UU. y China
El experto ruso Alexánder Rodónov cree que Asia-Pacífico se está transformando asimismo en el mayor foco de intereses geopolíticos en el ámbito global.
«Es el nuevo Gran Juego del siglo XXI», sostiene el analista internacional en la revista digital topwar.ru. «Y en él participarán más de dos jugadores.» A su juicio, en la región no habrá un antagonismo único, EE.UU. contra China, ya que concentra muchas oportunidades e intereses.
Entre los jugadores que participarán de manera independiente en este juego el experto destaca, además de China y EE.UU., a Japón («cuando termine la ocupación del país por parte de EE.UU.»), Corea (después de la reunificación del Norte y del Sur), los «escombros» del Imperio británico (término con el que se refiere a Australia, entre otros países), Indonesia, «como un factor islámico», y Mercosur. «La India y Rusia podrían tener cierta presencia a través de una alianza con Vietnam», agrega.
Seguramente, en distintas etapas de la historia se darán diferentes combinaciones de estas fuerzas, sugiere Rodónov.
EE.UU. apostará todo por el control de Asia-Pacífico
A EE.UU. le faltan fuerzas para ejercer el control sobre más de una región del mundo y apostará todo por Asia-Pacífico, pronostica. Va a ceder el espacio euroasiático a Rusia, aunque antes de salir, dice, los estadounidenses «lo queman todo y enganchan a todos a la heroína afgana». América del Sur abrazará el ideario de la izquierda, aunque este continente también se encuentra en la mira de EE.UU.
«China es el jugador principal y la causa principal de que el juego empiece», reflexiona el experto. «¿Pero cómo es la verdadera China de hoy? Sus ventajas son bastante conocidas, pero sus puntos débiles se acallan a menudo. La China contemporánea es una cinta de tierra a lo largo de la costa oriental con una población de unos 300 millones de personas. Esta China ha sido edificada no por los chinos, sino por las multinacionales, a las que pertenece.»
La condición de Japón como aliado de EE.UU. es uno de los vestigios de la Guerra Fría, asegura el analista. Los auténticos deseos de los japoneses son muy distintos. «Japón está ocupada por EE.UU. Los japoneses tienen ganas de eliminar o ‘apartar’ las bases estadounidenses de su territorio. A su vez, los estadounidenses quieren estafar a los japoneses devaluando la deuda de EE.UU. acumulada por Japón.»
Para Rusia, establecer una alianza estratégica con China es una solución acertada, cree el analista. Y es, que a diferencia de otras grandes potencias del mundo, Rusia no necesita ninguna expansión hacia el exterior.