Katy Perry confesó que dedicó los últimos seis meses a la preparación del show que ofreció en el intermedio del Super Bowl del pasado domingo, en el que ofreció una vistosa actuación junto a Lenny Kravitz y Missy Elliot.
La cantante de 30 años también admitió que lo más difícil de presentarse en uno de los eventos deportivos más vistos del mundo fue no tener control total sobre todos los detalles del espectáculo.
«En mis conciertos, soy papá jefe y mamá jefa. Me llaman jefa. Todo pasa por mí, tomo todas las decisiones, el 100 por ciento de ellas. Pero con la NFL tenía que tener en cuenta distintos niveles de burocracia», contó la intérprete de «Teenage Dream» a la revista Elle.
«Hay muchos comités con los que tuve que tratar sobre mis trajes, sobre el presupuesto, sobre cada entrevista. Tenía que comentar con alguien cada cosa. Ya no era la jefa, tuve que ceder el control», concluyó.
La artista señaló que no ha tenido el valor de mirar los comentarios sobre la presentación en las redes sociales. «No se te ocurre entrar en internet durante cinco días después», agregó la cantante en la entrevista.
Al termino de su show, Perry se tatuó el número de la edición del Super Bowl, el XLIX.
AGENCIAS