Lily Allen ironiza sobre el rumbo de las divas del Pop

Tiempo atrás, la británica Lily Allen cantaba en compañía de su banda orgánica de rock steady sobre cuestiones banales. Pero el tiempo, caprichoso, si no destruye al menos transforma. En el caso de Allen, la convirtió en una Celebrity bocona y desafiante que, a la hora de publicar un nuevo disco, terminó como serpiente que se muerde la propia cola. Es que en su reciente Sheezus interpela al nuevo pop, o más precisamente a las divas del nuevo pop, pero sin dejar de sonar como el nuevo pop.

El tema de apertura, que lleva el nombre del disco, es elocuente acerca de los nuevos propósitos de Lilly Allen: la necesidad de dejar su punto de vista sobre el twerking, el desenfado y la competencia entre las nuevas reinas. Entonces se la oye refunfuñando sobre la paranoia de Rihanna de ser desplazada por Katy Perry, o burlándose de Lady Gaga («está muriendo por el arte, es una mártir») por pretenciosa y de Lorde por su intensidad. En otro tramo del tema, exige que no le dejen a sus hijos ver la tele cuando ella entre al ring y advierte que menstruar, menstrúan todas. «El segundo mejor puesto nunca se termina para las divas. Dame la corona, perra, quiero ser Sheezus», reclama con Beyoncé entre cejas.

El reverso de «Yeezus». Para cargar contra la supremacía de hembras desaforadas y ambiciosas, Lily Allen usa como disparador el título del nuevo disco de Kanye West, el gran ego masculino del actual pop norteamericano. Lo que para West era Yeezus, para Lilly es Sheezus, una Jesús mina que busca algo así como una redención de género. «Me vas a encontrar en el estudio y no en la cocina no voy a alardear de mis autos ni hablar de mis cadenas no necesito mover el culo para ustedes porque tengo cerebro», enuncia en Hard Out There, uno de los pocos temas del disco que se acerca a su antigua versión, la que la mostraba girando por el mundo sin coreografías.

En la tapa de Sheezus, Lily Allen posa en el acceso de una mansión, rodeada de perros de raza y dejando ver una nítida escritura sobre mármol: «Divide et impera». Divide y reinarás es, entonces, el motor de esta obra que, de tanto regodearse con el objeto sobre el que ironiza, termina revelando que siente envidia por él. Dicho de otro modo, de tanto reírse de las chicas huecas que sólo se valen de su carne, Lily cayó en la tentación de anhelar el cetro que éstas supieron conseguir.

Sueños y apellido de casada. Mucho antes de Sheezus, Lily Allen confesó en Twitter que había tenido un extraño sueño con Lady Gaga como protagonista. Gaga le respondió por la misma vía y con una buena onda que duró hasta el hashtag: «La próxima vez que tengas ese sueño, ¿podrás sacar algunas fotos así las veo? Amo que uses Twitter con tu nombre de casada. #downforherman». Lo que está después del numeral puede interpretarse como «sometida por su hombre». He ahí, un punto vulnerable de Allen, mientras las otras celebran su autonomía, ella efectivamente usa su apellido de casada en la apuntada red social y hasta amenazó con publicar discos con él. Luego desistió. Su marido es el empresario Sam Cooper.

Rudy A. Mora