“Jardín maternal”, “lactancia”. Son palabras cotidianas que se relacionan estrechamente al rol de la crianza de un bebé, pero adjudicándoselo solo a la madre. Y, como las palabras construyen el mundo, para Matías Pulido (34) y Leonel Videtta (36) esto tiene que cambiar.
“Debe modificarse por las nuevas familias”, dijeron. Esta pareja gay que lleva 12 años junta es el claro ejemplo: están en la dulce espera de Bastián, quien está desde hace seis meses gestándose en el vientre de Bárbara, la hermana de Matías.
Ansían la llegada de su hijo en tres meses. La recta final parece corta al compararla con los escollos que atravesaron.
“Hace tres años empezamos a buscar opciones para ser padres, hasta que conocimos el proceso de subrogación de vientre. Leo empezó a leer cada vez más hasta que llegó a un grupo de Facebook”, contó Matías.
De ahí tomaron información, consejos y conocieron otras experiencias que los inspiró. Ya no era una idea inviable.
El alivio llegó cuando vieron que era legal (porque al no estar regulado, no está prohibido) y derribaron el primer mito. Solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires existe un decreto de 2017, que según explicaron, establece que “todos los que tienen intención de ser papás tendrán su hijo inscripto a su nombre, y no al de quien da a luz”.
Hombres esperan un bebé y la gestante es hermana de uno de ellos
Esto implica que al momento de presentarse ante el Registro Civil con el bebé en brazos deben adjuntar un consentimiento con la firma del médico, los padres intencionales, la gestante y su pareja (si están casados).
Esto explica por qué tantas personas (parejas homosexuales o heterosexuales, mujeres y hombres solteros) viajan a Capital Federal para evitar barreras: no depender de los tiempos de la Justicia y del criterio de los jueces.
Porque en el resto del país no solo se debe presentar un amparo para qué la prepaga u obra social cubra económicamente el proceso, sino también otro para inscribir al bebé como propio.