Se suele decir que los gatos son independientes, ariscos, o que no son afectuosos ni fieles a sus dueños. O simplemente que un gato no pertenece a nadie y querer domesticarlo es una pérdida de tiempo. Hay quienes se decepcionan porque esperan de ellos la misma interacción afectiva que se establece con los perros.
Tanto la ciencia como la experiencia de los amantes de los gatos han echado por tierra estos mitos en torno a los gatos, uno de los animales domésticos de más antiguo registro histórico, ya representados y deificados por la milenaria civilización egipcia.
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Los gatos gustan de la compañía de las personas al igual que los perros. Pero muchas veces sus amos ignoran como relacionarse con ellos, y obvian detalles que son esenciales para su bienestar, y estos pueden llegar a dañar al animal.
La tradición popular ha generalizado algunas falsas ideas sobre la crianza de los gatos, errores que pueden acabar incidiendo en su carácter y su salud. Los más comunes: entrenarlos, inconscientemente, para arañar, o exponerlos a plantas ornamentales que resulten tóxicas para ellos.
Errores más comunes al cuidar a los gatos
Estos son los errores más comunes que cometen las personas que conviven con gatos, y las recomendaciones para modificar esos hábitos que pueden afectar su relación con ellos.
Nunca debemos calmar a un gato si está a la ofensiva, o a la defensiva. Según los expertos es básico entender su lenguaje corporal, qué quieren decirnos mediante sus posturas; expresiones faciales, o de la posición de determinadas partes de su cuerpo, como la cola, las orejas o los bigotes.
Esto permite comprender sus sentimientos y motivaciones, así como a responder eficazmente a problemas de comportamiento tales como la agresión, la cual se afirma es el segundo problema más común de comportamiento de los felinos.
Una típica posición ofensiva de los gatos es cuando mantienen las patas traseras rígidas con el trasero elevado y la espalda inclinada hacia abajo en dirección a la cabeza.