La imagen corporal es la representación interna que tenemos de nuestro propio cuerpo. Está compuesta por tres aspectos:
– Un aspecto perceptual, que son las características perceptivas como el tamaño, la forma y las partes.
– Un aspecto cognitivo, que incluye los pensamientos, las expectativas y creencias sobre nuestro cuerpo. Todo lo que fuimos incorporando de “lo que debería ser”.
– Un aspecto emocional, que incluye el grado de satisfacción con nuestra figura y con las experiencias que nos proporciona nuestro cuerpo.
A partir de nuestras experiencias y vivencias, vamos formando un juicio, es decir, una valoración interna sobre nuestro cuerpo. Las burlas, el bullying o el valor que se le dio en casa a lo físico impacta en esta construcción.
Hoy sabemos también que una mayor exposición a redes sociales y el consumo de pornografía producen alteraciones y distorsiones sobre nuestra imagen corporal, impactando en el ánimo y en la autoestima. A la hora del sexo, la relación que tenemos con nuestro cuerpo juega un papel central.
En la cama se trata de poder conectar con lo que el cuerpo
El problema es que cuando la alteración de la imagen corporal opera como un pensamiento intrusivo que interfiere en el momento sexual, esto inhibe la respuesta sexual, es decir, inhibe la respuesta fisiológica que nos permite excitarnos por lo cual se bloquea la capacidad de poder sentir placer.
Se genera un círculo vicioso donde nos peleamos con nuestro cuerpo y luego ese mismo cuerpo no puede sentir. Entonces no logramos modificar la experiencia, es decir, no logramos sumar vivencias donde lo corporal nos dé satisfacciones y nos quedamos perdidos dentro de una mente que no para de criticarnos.
Es importante poder hacer un trabajo de sanación respecto de nuestro cuerpo, previo al trabajo sexológico en sí. Es decir, que si mi problemática sexual está asociada a problemas con la imagen, primero debemos trabajar la relación corporal para luego poder trabajar cuestiones sexológicas más puntuales, informó Infobae.