Zona particularmente sensible, el órgano sexual femenino necesita un aseo específico respecto al resto del cuerpo para evitar la proliferación de gérmenes. ¿Cuáles son los actos buenos y los que hay que evitar? Aquí tienes nuestros consejos para una higiene íntima irreprochable.
Los actos buenos
– Cámbiate de ropa interior cada día, y usa mejor los culottes en lugar de tangas, que favorecen los frotamientos y por lo tanto el desarrollo de micosis. Olvida También los tejidos sintéticos, propicios a la maceración, y utiliza lencería de algodón 100%.
– Lava la ropa interior a 60º como mínimo.
– Durante las reglas, cámbiate la protección periódicamente, al menos tres veces al día y no lleves un tampón más de 4 horas.
– Evita los tejanos y los pantalones muy ceñidos, provocan irritación.
– Tras ir al baño, límpiate de adelante hacia atrás para evitar la transmisión de bacterias.
– Lávate las manos antes de cualquier contacto con la vagina.
– No lleves el traje de baño mojado demasiado tiempo: la humedad favorece la proliferación de las bacterias.
– Consulta regularmente a un ginecólogo, una revisión anual es indispensable para prevenir y detectar infecciones eventuales.
El aseo íntimo, ¿con qué frecuencia?
Para evitar la proliferación de microbios en esta parte del cuerpo, conviene lavarse el sexo una vez al día. Atención, hablamos de aseo externo (vulva, labios y clítoris) únicamente, porque el interior de la vagina autolimpia. Puedes lavarte hasta dos veces en caso de calor y de sudor excesivo, pero no más. Lo mismo durante la regla. También se recomienda un aseo después de cada relación sexual. Por último, sécate con una toalla limpia después de la ducha para eliminar cualquier resto de humedad.
Elegir el producto de higiene
La vagina protege un conjunto de bacterias llamado la flora, cuyo quilibrio conviene respetar. Por lo tanto, es importante desterrar los productos decapantes y desinfectantes, demasiado agresivos, y ni hablar de utilizar el gel de ducha habitual. Escoge un gel suave, sin jabón, sin perfume, con pH neutro, que respete la acidez natural de la vagina. En farmacias o grandes superficies encontrarás un buen número de productos especialmente formulados para la higiene íntima.
Por otro lado, evita aplicar todo tipo de productos de belleza sobre tu sexo: desodorante, aceites y otras cremas.
En cuanto a las toallitas, puedes utilizarlas de cuando en cuando, siempre que sean suaves y sin alcohol.
Cuidado con las duchas vaginales
Practicada generalmente después de una realción sexual, la ducha vaginal pretende disminuir el riesgo de embarazo eliminando los espermatozoides presentes en la vagina. Sin embargo, este método no sólo es totalmente ineficaz en materia de contracepción, sino que además favorece el desarrollo de micosis e infecciones como la vaginosis. De hecho, esta limpieza interna rompe el equilibrio de la flora vaginal y favorece el desarrollo de levaduras o bacterias.
Así que ten cuidado con el exceso de limpieza. Puedes hacerte una ducha vaginal al mes, con agua clara, después de la regla. El resto del tiempo, conténtate con una higiene externa.