Cuántas cuántas nos hemos sentido desenfocados, confundidos, viviendo sin tener una dirección clara, y sintiéndonos angustiados por lo mismo?
El mundo afuera nos suele ofrecer modelos de comportamiento social, de pensamiento y de decisiones; establece parámetros acerca de qué es lo que debiésemos estar haciendo con nuestra vida a un determinado momento y edad; enumera las cosas que definen a una persona exitosa y nos llena de los más diversos distractores que, más que fortalecer nuestra unicidad, nos tiende a uniformizar en medio de una, a menudo, gris y poco inspiradora ciudad.
Cultivar la espiritualidad en la ciudad, o donde tú te encuentras en este momento, no es tarea fácil a veces. Vivimos, en general, demasiado sumidos en expectativas externas, preocupaciones y ocupaciones que poco se acercan a lo que realmente deseamos al final del día, o cuando logramos estar realmente serenos y con nuestra mente más despejada.
A veces es necesario que pasemos por ciertas experiencias dolorosas para darnos cuenta de que hay un espacio en nosotros que siempre demanda de nuestra atención; a veces, en forma muy evidente, y en otras, más sutilmente. Sea cual sea nuestra experiencia, lo cierto es que tenemos este preciso momento para tomar conciencia acerca de lo que realmente queremos para nosotros y, de este modo, poder realizar cambios que permitan un flujo renovado de energía en nuestra vida:
1) Encuentra tus pasiones: ¿Qué es lo que más disfrutas hacer por sobre todo? Encontrar nuestras pasiones es descubrir qué nos hace vibrar y sacar lo mejor de nosotros hacia afuera. A veces se trata de cosas sumamente simples, pero a medida que las repitamos con mayor frecuencia estaremos cultivando un espacio de dicha interior al cual podemos recurrir cada vez que queramos. Nuestras pasiones son el eje que guía con fuerza nuestro camino.
2) Confía: Confiar implica soltar el control de nuestra mente y permitir que el ritmo de la vida cumpla su rol en cada momento. Confiar es un acto de valentía y certeza para con nuestro corazón, el cual siempre contiene todas y cada una de las respuestas a nuestras preguntas elementales.
3) Abraza tu círculo: Abrazar nuestras creaciones y nuestras esferas de acción implica reconocer en los demás a nosotros mismos, como espejos y maestros con lecciones a entregar y aprender. Estamos todos intrínsecamente conectados y, por tanto, es fundamental atesorar lo valioso de estar y vivir en familia, equipo y comunidad, compartiendo y retroalimentándonos continuamente para nuestro propio crecimiento.
4) Siéntete bien contigo: Sentirnos bien con nosotros mismos es la piedra angular. Somos dueños de todos nuestros pensamientos, palabras y acciones, y por tanto, en la medida que cultivemos el amor hacia nuestro cuerpo, nuestros talentos y capacidades, atraeremos más de lo mismo hacia nosotros. Tengamos en cuenta que somos una expresión única de creación y tenemos mucho que ofrecer y aportar, desde las acciones más sencillas a la concreción de sueños y anhelos que mantenemos íntimamente. Querámonos y agradezcamos por lo bueno en nosotros.
5) Concéntrate en este momento: Nuestra vida se compone de millones de «ahora»; por tanto, en cada momento tenemos una oportunidad de cambiar y de enmendar algunas situaciones poco gratas del pasado. Concentrarnos en el poder de este momento nos lleva a un espacio fresco de plena creación y de alegre expectativa hacia el futuro. El poder de cambiar está siempre presente en nosotros.
Estos cinco pasos lograron hacer una gran diferencia en mi y lo puede hacer en ti también. Volvernos mejores versiones de nosotros mismos es una gran travesía; probablemente, la más importante a emprender.