Si bien siempre establecemos esa delgada línea de intimidad entre nuestros padres y nuestra pareja, muchas veces recurrimos a ellos como voz sabia, apoyo o simple desahogo.
Sin embargo, existen varios motivos por los que no es bueno contarle a nuestros padres muchas cosas acerca de nuestra pareja, si bien damos por descontado que aspectos como el sexo quedan totalmente entre tu chico y tú.
1. Malas opiniones que pueden permanecer
Si nuestro chico nos ha contestado mal o no toma ciertas decisiones que a nosotros nos gustaría, hablar de ello con nuestros padres puede sembrar en ellos un prejuicio que no se irá tan fácilmente aunque resolvamos el problema. No son ellos los que están enamorados de él, pero son tus padres, de modo que todo aquello negativo que te afecte lo tomarán como algo personal durante cierto tiempo.
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2. Peores conflictos en la pareja
Si nuestro chico se entera de que hemos contado a nuestros padres ciertas cosas que deberían haber quedado entre ustedes dos, posiblemente el motivo de la disputa se acreciente y terminen mucho peor. Al menos, si no has podido evitarlo, procura que tu chico no se entere de esas ciertas cosas que has contado a tus padres.
3. Falta de madurez
Si los motivos por los que has llegado a hablar con tus padres tienen solución y, además, son resultado de un cabreo tonto, demostrarás la poca fortaleza que tienes para situaciones que no son tan alarmantes. Reflexiona tú sola, contente y toma soluciones sin opiniones de otras personas, de modo que puedas resolverte mejor en pareja y, de algún modo, madures algo más.
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4. Otras mentalidades
Hoy en día conocer chicos por Internet o tener una mayor independencia en pareja son cosas que no están igual vistas por unos padres que, al pertenecer a otra generación, no comprenderán esos nuevos valores (o su ausencia), no llegarán a suscitar la empatía que esperas y, además, se formarán opiniones contrarias a las esperadas. En estos casos acude a tus amigas.
5. Privacidad
En la vida debemos mantener esa privacidad que existen entre nuestros diferentes círculos sociales: nuestros padres, nuestra pareja o nuestras amistades. De este modo, las alegrías y problemas quedan entre esas personas y nosotros, se resuelven de tú a tú y evitas que los descubrimientos acerca de dinero, sexo o sentimientos queden como parte de la privacidad de cada persona. Una muestra de respeto y madurez.
Estos motivos residen en ese concepto de privacidad que, muchas veces, se nos escapa de las manos, sembrando opiniones dispares en ellos, situaciones a las que, por diferencia de edad, no encuentran la misma explicación que tú o prejuicios en unas personas que siempre estarán para escucharnos pero a las que habrá que recurrir en momentos de precisa necesidad.
