El hombre engaña más que la mujer: ¿Mito o realidad?

El tema de hoy es uno de los que tantas veces nos hemos detenido a pensar, sobre todo si conocemos de cerca el caso de una infidelidad por parte de algún amigo o pariente. ¿Qué lleva a una persona a ser infiel? ¿Es el hombre más o menos infiel que la mujer? Y quise destapar uno de los más grandes mitos: la infidelidad en las mujeres.

Siglos y décadas atrás, la mujer se dedicaba a la casa y a los niños, mientras que el hombre se encargaba de salir a trabajar y traer el sustento para el hogar. ¿Les suena? Claro que esta libertad le daba a los hombres la posibilidad de cruzarse con alguna señorita y sucumbir en la tentación.

Por su parte, se saben descaradas historias de amas de casa dedicadas, pero que con los niños en la escuela, reciben la visita del hombre del cable o el plomero. Entonces: ¿Quién es más infiel? ¿El hombre o la mujer?

La infidelidad según los géneros

El título de esta nota apunta a saber si es un mito o no que el hombre sea más infiel que la mujer. Pues me veo en la situación de afirmar que las cosas han cambiado y mucho. Al mito de antaño, en el que la mayoría de las infidelidades eran de parte del hombre, hoy me atrevo a decir que la mujer hace lo suyo también, y con un porcentaje de casos bastante parejo.

Ahora pienso ¿realmente se habrán invertido los roles o habrá sido siempre así? Pues entre el engaño del hombre y el de la mujer, existe una gran diferencia: ellas saben esconder muy bien su infidelidad. Mientras ellos… no son tan buenos para ocultar cosas.

A la teoría de la infidelidad del hombre por su propia naturaleza, a causa de una predisposición biológica y hormonal, hoy hablamos de liberación femenina, que puede bien ir de la mano del engaño.

Hoy la mujer tiene más tiempo para sí misma, e independencia económica. Ya no es la típica ama de casa que vive por y para su hogar, hijos y marido, sino que es la ejecutiva, empresaria o empleada que posee su propia independencia económica.

Y quiera o no, eso le da la libertad también de conocer a otros hombre y pensar «¿Por qué no?», pensamiento que, sumado a la liberación femenina, permite a pensar en dejarse caer en las redes de la infidelidad sin tantos estigmas.