Los errores enseñan a los niños, pero también enseñan a los padres. Un error es una oportunidad de cambio, una oportunidad de hacer las cosas de otro modo diferente. A veces las personas relacionamos los errores con debilidades y esto no es en absoluto así. Equivocarse y cometer un error no es ser débil, es un aprendizaje porque se comprenden las propias habilidades innatas y se tiene la oportunidad de mejorarlas.
Muchos padres ponen un listón demasiado alto con los niños siendo exigentes y no tolerando los errores, ¿por qué ocurre esto? La mayoría de las veces es porque los padres sienten que no son suficientemente buenos y esa inseguridad se la transmiten a los hijos de forma innecesaria.
Oportunidad para mejorar
Los padres que no dejan cometer errores a sus hijos deben saber que lo único que conseguirán es que sean niños con grandes sentimientos de frustración y que piensan que nunca contentarán a sus padres… Algo innecesario.
Si un niño se equivoca hay que hacerle ver que es una oportunidad para mejorar y que no pasa nada si para la próxima vez se sigue esforzando para conseguir mejores resultados.
La perfección no existe en ningún aspecto de nuestras vidas por lo que no se puede alcanzar así que es hora de dejar de pensar en ella y empezar a pensar que los errores son buenos maestros para los niños y hasta puede ser motivador para superarse.
Ver también: Cómo enseñar a nuestros hijos a superar la frustración
Se aprenden lecciones
Con los errores se aprende a no repetir el mismo proceso, y si ocurren no pasa nada porque con esfuerzo pueden remendarse.
Por este motivo resulta fundamental que los padres enseñen a sus hijos a lidiar con los errores de forma acertada y no castigarlos emocionalmente porque los hayan cometido, sino más bien aceptarlo como algo normal y que puede hacerles crecer internamente.
Trabajo en familia
Que los errores son buenos maestros se debe aprender en casa, por lo que el trabajo en familia resulta fundamental. En mi familia todos sabemos que la perfección no existe y que si algo sale mal sólo hay que pensar un poco más para buscar las soluciones posibles y escoger la que mejor nos parezca.
Así que te invito a que en tu familia empiecen a cambiar la palabra fallo por «es suficientemente bueno» o «no pasa nada porque no sea perfecto, seguro que a la próxima te saldrá mejor». Comprende en casa que nosotros tampoco somos perfectos y que con la experiencia iremos aprendiendo a mejorar diariamente. Deja que tus hijos se equivoquen y que aprendan del error.