El presidente de México, Enrique Peña Nieto, y su primera dama, Angélica Rivera, se encuentran en el centro de una gran polémica después de que una investigación periodística revelara que su lujosa mansión familiar es propiedad de una empresa que ha recibido jugosos contratos públicos.
La investigación realizada por un equipo del portal de la prestigiosa periodista mexicana Carmen Aristegui dejó al descubierto que la residencia en la exclusiva colonia de Lomas de Chapultepec valorada en US$7 millones no está registrada a nombre de la pareja, sino de una empresa del Grupo Higa.
Este grupo de negocios recibió numerosos contratos cuando Peña Nieta era el gobernador del estado de México y era socio del consorcio chino que iba a construir la primera línea de tren de alta velocidad en el país, obra que el presidente acaba de cancelar.
Pese a que la casa está registrada a nombre del Grupo Higa, la pareja presidencial siempre la ha presentado como suya y como el lugar al que se retirarán una vez abandonen el poder, lo que despierta dudas sobre quién realmente pagó la lujosa mansión.
En mayo de 2013, la edición mexicana de la revista Hola! publicó un amplio reportaje en el que Rivera enseña el interior de la residencia y la describe como su futuro hogar.
«Les he hecho saber [a su familia] que [la residencia presidencial de] Los Pinos nos será prestado solo por seis años y que su verdadera casa, su hogar, es ésta donde hemos hecho este reportaje», dijo en esa ocasión la primera dama.
Según la investigación, la residencia de estilo moderno ubicada en Sierra Gorda número 150 de Ciudad de México es actualmente resguardada por la escolta presidencial. Cuenta con estacionamiento subterráneo, piso de mármol, una recámara principal, habitaciones para los seis hijos de la pareja y área de spa, entre otras comodidades.
Su diseño estuvo a cargo del arquitecto Miguel Ángel Aragonés, quien la bautizó como Casa La Palma y dijo que la construcción estuvo supervisada por Peña Nieto y Rivera.
El revuelo causado por estas revelaciones pone aún en más aprietos al presidente mexicano, que ya afrontaba la crisis generada por la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en el estado de Guerrero en septiembre.
AGENCIAS