El tomate es una fruta comestible, originaria de Sudamérica. ¿Fruta? Botánicamente sí, pero desde el punto de vista culinario, se considera una verdura. El nombre botánico del tomate es Lycopersicum spp. y existen en el mundo más de 7500 variedades.
Los rastros más antiguos de tomate se han encontrado en Perú. De ahí fue llevado a México donde era cultivado y consumido por varias civilizaciones prehispánicas desde el año 500 AC.
La palabra tomate viene del náhuatl tomatl que significa el fruto hinchado.
Algunos historiadores afirman que fué Cristóbal Colón quien llevó el tomate a Europa en 1493. Otros creen que fue Hernán Cortés quien lo llevó a España a su regreso de la conquista de México en 1521.
En todo caso, el tomate no aparece en la cocina europea hasta el siglo XVII en España y el XVIII en Italia. Anteriormente se le consideraba potencialmente venenoso, y sólo se utilizaba como decoración en las mesas en Florencia, Italia.
Beneficios nutricionales del tomate
El tomate es rico en vitamias A, C y K. También es alto en potasio.
El tomate es rico en licopeno, un potente antioxidante que ayuda a combatir enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer, la osteoporosis o la diabetes.
El licopeno es el colorante natural rojo característico del tomate y otras frutas rojas como la sandía, la papaya, la guayaba rosa y el pomelo o toronja rosa (pero no las fresas y las cerezas). A diferencia de otros nutrientes que se pierden con el calor de la cocción (como la vitamina C), el licopeno aumenta al cocinar o procesar los tomates. Es por esto que las salsas, las sopas o los jugos procesados de tomate contienen cantidades mucho más altas de licopeno que los tomates crudos.