Uno de los chistes recurrentes es la discreta adicción que tenemos la gran mayoría de los hombres hacia la pornografía, que descubrimos de manera casual en los primeros años de la pubertad y nos acompaña durante el resto de nuestra vida.
Y es un aspecto que las mujeres no entienden del todo, pues bien, es hora de explicarles señoritas ese impulso que lleva a los hombres a recurrir tan frecuentemente a este recurso, bien sea solos o en pareja.
Las excusas de nuestra pasión por el porno
Empecemos dejando por sentado que esta práctica no se puede calificar como negativa (siempre y cuando no se convierta en una verdadera adicción, que afecte la vida laboral o sentimental) y que si bien es un tema tabú, no debería ser objeto de escándalo o culpa.
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Entre las principales razones de nuestro gusto marcado por la pornografía podemos citar:
Facilismo e inmediatez
La mayoría de hombres somos muy básicos y encontramos en la pornografía una forma de canalizar nuestros deseos contenidos, de una manera muy elemental que siempre está «a la mano».
Las relaciones son muy complejas y requieren de una constante atención a detalles que a veces ni siquiera notamos, y como una montaña rusa tienen emocionantes altas como frustrantes bajas. La pornografía, en cambio ofrece una burbuja donde todo marcha perfecto (comienza bien y termina mejor)
Monotonía
Los hábitos de la vida moderna hacen que los días se vuelvan sumamente repetitivos y carentes de toda emoción, las rutinas nos absorben de tal manera, que nos olvidamos de nosotros mismos y nos enfocamos en lo que nos exige nuestro trabajo o universidad.
La pornografía entra a romper ese círculo de tedio, pues a pesar de que siempre trata del «mismo argumento», sus imágenes siempre logran su cometido, que es excitar a quien lo ve, aún a sabiendas de que lo que allí sucede no es real (no hay repartidoras de pizza que a cambio de efectivo reciban otro tipo de crédito)
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La sensación de poder
Esta es otra de las adicciones que no es exclusiva de los hombres, a todos les gusta sentirse poderosos, que todos y todo gire en torno a ellos, esta situación no se da en la vida real tan a menudo como quisiéramos (salvo cumpleaños o algún logro particular).
En cambio en la pornografía los protagonistas llenos de hedonismo, pasan su tiempo satisfaciéndose mutuamente, en especial los hombres llevan la mejor parte, de manera que los nosotros desarrollamos una empatía con el protagonista, lo que los hace sentir poderosos.
Somos machistas
La pornografía es evidentemente una manifestación machista, donde las mujeres ceden ante las insinuaciones masculinas (cuando no son ellas las que toman la iniciativa) de una manera demasiado simple.
Aparte de esto muchos de estos productos apelan a fantasías que los hombres tienen…. uniformes, tríos, entre otros secretos no confesados, se pueden espiar y de cierta manera participar de ellos, aunque sea en calidad de secreto espectador.
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