Confianza, credibilidad y verdad son valores que debemos inculcarles a nuestros hijos para que no sientan la necesidad de ocultarnos secretos que pueden resultar peligrosos.
Los chicos suelen tener secretos con sus padres y sus amigos pero hay secretos «buenos» y secretos «malos». Llamo secretos buenos a esas cosas inocentes como «Menganito está enamorado de Fulanita» o como cuando los abuelos le compran una golosina sin nuestro permiso. Pero hay otro tipo de secretos, los malos, que son los que pueden perjudicar o dañar a los niños, como cuando están siendo víctimas de bullying o son acosados o abusados por un mayor.
En este tipo de situaciones el niño tiende a callarse por sentirse culpable o «merecedor» de ese ataque. Por eso es importantísimo que como padres les inculquemos el diálogo para poder ayudarlos. Es muy común que el agresor use frases como «si le contás a tus padres te va o les va a pasar algo malo», y el chico, por tener miedo, calle con angustia lo que le está ocurriendo.
Una buena forma para que los niños entiendan nuestro mensaje es leyéndoles cuentos que transmitan lo que les queremos comunicar.
Los niños necesitan tener una relación de confianza, credibilidad y honestidad con sus padres. Los secretos solo generan un mensaje contrario a lo que queremos inculcarles, que es manejarse siempre con la verdad. No debemos subestimar a los chicos, ellos perciben todo, y si hay un «secreto», ellos a la larga o a la corta se van a enterar. Mejor será que sea a la corta y que se lo hayamos contado nosotros, porque si no el dolor luego será doble por el «engaño».
Sabemos bien que los secretos una vez que se dicen dejan de ser secretos, por eso es muy delicado cuando hay pequeños involucrados o en el medio. Afrontarlos con ellos de manera espontánea y tranquila les permitirá abrirse para aclarar sus dudas y sentirse contenidos por nosotros, sus padres.