Su tacto, hiperdesarrollado después de una vida sin el sentido de la vista, es capaz de detectar bultos cancerígenos de entre seis y ocho milímetros en el tejido del pecho de una mujer.
Su historia representa un gran paso adelante en la detección temprana del cáncer, según el doctor alemán Frank Hoffmann, un ginecólogo con 20 años de experiencia, quien tuvo la idea de formar a mujeres ciegas en exploración táctil hace seis años, frustrado por el bajo número de casos que lograba detectar por sí mismo. «El tacto de un ginecólogo medio logra palpar bultos desde uno o dos centímetros», explica. Por eso, la discapacidad de Pía «es un don» para sus pacientes.
Con ventaja:
Pía no es ginecóloga ni tenía experiencia médica alguna, pero siempre tuvo claro el objetivo de dar valor a su discapacidad. Antes de convertirse en EMT (Examinadora Médica Táctil) fue camarera (y guía en la oscuridad) en un restaurante en que se come en tinieblas. Esa inquietud la hizo desembarcar en el proyecto «Manos exploradoras». Pía es una de las 23 chicas con visión reducida o nula a las que esta iniciativa ha dado formación como Examinadora Médica Táctil (EMT).
Al teléfono y desde Hamburgo, donde desarrolla su trabajo, le cuenta los secretos de este oficio incipiente en que los ciegos van con ventaja. Su aprendizaje como «experta en detección táctil» duró nueve meses, «seis de teoría y tres de práctica», comenta.»En los primeros seis vimos teoría de la oncología y la ginecología para hablar al mismo nivel que un profesional con pacientes y ginecólogos. Fue un entrenamiento realmente duro en que a veces llegué a llorar, pero mereció la pena», confiesa.