Todo el mundo tiene sus propias razones para hacer ejercicio. Y todas estas razones tienen su mérito no hay ningún inconveniente en querer sentirse en forma y mirarse con confianza en un espejo. Sin embargo, algunas razones para ir a un gimnasio son mejores y más motivadoras que otras.
De hecho, los objetivos que se fijan y las razones por las que se practica ejercicio ayudan a dar el tono al conjunto de nuestro estilo de vida, y pueden jugar un papel importante en la salud a largo plazo del organismo. Por supuesto, se recomienda elegir las razones correctas para hacer ejercicio y adelgazar.
Veamos algunas razones por las cuales la gente hace ejercicio que parecen positivas a primera vista, pero que pueden resultar ser malsanas o destructivas.
Relación ejercicio – comida
¿Acudes a un centro de fitness, temprano por la mañana, después de una noche en la que se ha comido mucho y de forma malsana, pensando que se podrán invertir las consecuencias causadas por los excesos? A pesar de que una sesión de entrenamiento puede colocarnos en el buen camino alimenticio, nunca deberíamos pensar en castigarnos por haber comido alimentos demasiado calóricos, demasiado grasos, demasiado dulces… haciendo ejercicio.
La práctica deportiva no debería parecerse a una tortura o ser utilizada como una manera de enderezar los errores cometidos con relación a la comida. Cuando se hace esto, no se piensa en los beneficios que representa el deporte para la salud y el bienestar. Así es como se entra en un círculo vicioso que en algunas ocasiones llega a provocar diversos trastornos alimenticios.
La mejor forma de hacer ejercicio
El ejercicio se practica para sentirse fuerte y con energía. En vez de castigarse haciendo mucho ejercicio, conviene concentrarse en cómo el ejercicio físico puede hacernos sentir verdaderamente bien en nuestra piel. Sentirnos fuertes y enérgicos mejora el estado de humor y la salud. De esta forma, se puede sentir que desplazar el cuerpo durante las sesiones de entrenamiento es algo más que una manera de quemar calorías, sino más bien una forma de cuidarnos de dentro hacia afuera.