¿Cómo le digo que no me satisface en la cama?

Confesarle a nuestra pareja que no estamos del todo satisfechas nunca es fácil, pero es siempre necesario. La comunicación es importante en todos los aspectos de la relación, y la cama no es la excepción.

Aquí algunas recomendaciones para lograr expresar de manera correcta:

Lo primero es verbalizarlo, haciendo un esfuerzo de ser específica. Para esto tenés que estar bien clara de cuáles son las caricias o los estímulos que más te gustan y hacer el esfuerzo de transmitírselo detalladamente.

Mostrale lo que te gusta. Podés hacerlo vos misma o hacéselo a él para que este claro a que te referís.

Sugerile diferentes formas de darte la misma caricia, cuidando de no sonar criticona ni controladora. En este sentido, los hombres, según los estudios científicos, responden mejor a las indicaciones «arriba, abajo, derecha, izquierda» mientras recorren tu cuerpo.

Proponele que prueben nuevas formas de estimularte, para experimentar como se siente, como que fuera un juego.

Acordate de darle a entender que ESO te gusto mucho. Podés decirle en el momento que eso te gusta mucho. Otras posibilidad es justo después de la relación sexual, comentarle que tan placentero fue esto o lo otro y, si esto no es suficiente, podés proponerlo, al inicio del jugueteo del siguiente encuentro sexual, repetir aquello que tanto te gusto.

Todo esto dentro de un ambiente relajado. Tomando en cuenta que así como vos tenés el derecho a pedir lo que querrás, también la otra persona tiene derecho a decirte que NO.

Este no puede ser un proceso ciego, es decir, que no es posible emprenderlo sin antes conocer y reconocer los límites personales de mi pareja. Estos límites son particulares de cada persona, dependiendo de las creencias que tenga con respecto a la sexualidad.

Como todo, estos límites deben ser respetados. Hay cosas dentro de la sexualidad que pueden ser negociables, y otras que salen del límite de lo negociable y cada persona debe tener la sabiduría de reconocer ese límite y no intentar forzar a la otra persona a hacer cosas que le incomodan, le parecen reprochables, inmorales y por tanto, no disfrutables.

En estos casos, mientras uno más presione, la otra persona más se atrincherará en defensa de su pudor y sus límites. Lo que es recomendable es, por una parte, que la persona que está queriendo mas, tenga paciencia, respete, acepte los límites de la otra persona y trabaje en estar contento con lo que SI tiene. La otra persona, puede reflexionar acerca de sus límites y revisar si está dispuesta o no a pasar más allá de sus límites en pro de la relación. Esta revisión, siempre desde la convicción, no desde la culpa, la resignación o el sentirse presionada.

Como podemos ver, siempre es un tema de mantener las cosas balanceadas, lo cual siempre es un ejercicio de precisión difícil de conservar.