Ahora que ya ha nacido el bebé, es el momento de pensar en muchas cosas: cuándo nutrirlo, qué hacer si llora, y también cómo desprenderse de esos kilos que se han almacenado durante el embarazo. Presentamos dos consejos fundamentales con los que se puede obtener una pérdida de peso tras el parto, y además con total tranquilidad.
Si se ha comenzado el embarazo con un peso normal y se ha engordado entre 11,5 y 16 kilos (en función de lo recomendado por el médico), no se debería tardar más de algunos meses para volver al peso inicial, vigilando la alimentación y haciendo ejercicio físico.
Por el contrario, si se tenía sobrepeso antes de quedar embarazada, o si se ha subido a un peso superior al recomendado por el médico, adelgazar puede llevar más tiempo, llegando incluso hasta un año, para obtener de nuevo el peso que se tenía antes del embarazo. Todo peso que se aumenta durante los 9 meses puede quedarse en el cuerpo durante mucho tiempo si no se intenta perderlo.
No hacer régimen
Esto puede parecer extraño, pero seguir un régimen podría truncar los objetivos de adelgazar tras el parto. Sentirse privada de los alimentos preferidos, cuando además se sufre cierto estrés por el nuevo papel de madre, podría hacer que se engordara.
Si después del embarazo se vuelve a los hábitos alimenticios sanos y si se come bien, la mayoría de las mujeres ven cómo el peso que se aumentó durante la gestación se pierde de manera natural.
En vez de hacer un régimen adelgazante, lo recomendable es comer una variedad bien equilibrada de alimentos. Se pueden conservar diferentes colaciones en la casa con el fin de impedir la sensación de hambre y para recuperar energía perdida a lo largo del día. Unos pedazos de manzana, unas zanahorias, galletas de trigo, son ideales para picar entre horas.
Poco importa cuánto se quiere perder de peso, lo que verdaderamente cuenta es intentar no comer menos de 1 800 calorías al día, especialmente si se está dando el pecho.
Alimentación nutritiva
Cuando se es madre por primera vez, el cuerpo requiere un máximo de nutrientes, sobre todo si se es madre lactante. Conviene elegir alimentos que procuren el máximo de nutrientes de los que se tiene necesidad, al tiempo que sean bajos en calorías y en materias grasas.
El pescado es uno de los «superalimentos», puesto que tiene mucho DHA, un ácido graso omega-3 esencial que permite al bebé desarrollar el cerebro y el sistema nervioso en buena salud. Las mejores fuentes de DHA son el pescado de agua fría como el salmón, las sardinas, y el atún.
La leche y el yogur también son superalimentos, porque son ricos en calcio, del que se tiene necesidad para conservar unos huesos sólidos. Y no se deben olvidar las proteínas. La carne magra sin grasa, el pollo sin piel, y las judías son alimentos bajos en materias grasas y ricos en proteínas y fibras. Estos alimentos son buenos y sacian durante más tiempo.