Beber agua y evitar el alcohol: Mantener un buen estado de hidratación asegura una óptima lubricación de las cuerdas vocales. Por ello se recomienda reducir el consumo de aquellas sustancias que producen deshidratación, como las bebidas alcohólicas o las que contienen cafeína.
No fumar: El tabaco produce cáncer de pulmón y garganta, en particular, y en muchos otros órganos. En concreto, da lugar a cambios permanentes en el tono de la voz, su naturaleza y su capacidad.
No hacer mal uso de la voz: La voz no es indestructible, por lo que hay que intentar no gritar ni elevar la voz mucho cuando se está en ambientes ruidosos. Si notamos que nuestra garganta se reseca mucho o que la voz se está volviendo ronca debemos dejar de hablar.
No aclararse la garganta a menudo: Si carraspea con frecuencia se recomienda acudir al especialista, puesto que puede estar causado por reflujo, enfermedades alérgicas y/o de los senos paranasales.
Dormir suficiente: La voz es muy sensible a la falta de sueño. Dormir menos de seis horas produce predisposición a padecer lesiones vocales.