Ann McDonald es una abuela de 60 años que perdió su pelo debido a la alopecia.
Siempre coqueta, se cansó de usar pelucas y gorros para esconder su calvicie y decidió tatuarse toda la cabeza.
Es que el pelo sintético era muy incómodo y, además, la hacía sentirse cada vez más fea y deprimida.
Tardaron 12 horas en realizárselo y le costó algo más de mil dólares. Pero Ann afirmó, en el mismo reportaje, que está satisfecha con el trabajo del tatuador y que le encanta que la gente la mire en la calle por el enorme dibujo que ahora cubre su cabeza.
Agencias