A menudo nos ha pasado que hemos conocido a ese alguien especial durante unas vacaciones, en un intercambio de estudios u otra de las muchas situaciones que se suceden en un mundo cada vez más globalizado. Tener una pareja extranjera tiene sus pros y contras.
International Love, ventajas
Son muchos los factores que condicionan nuestra relación con una persona extranjera: la cultura, la distancia y, especialmente, el idioma. Es por ello que vamos a llevar estas características al extremo: un amor de verano al que hemos conocido durante nuestras vacaciones y con el que, irremediablemente, queremos algo más.
Las relaciones humanas se basan muchas veces e esa creencia de que «lo que cuesta gusta más», y es por ello que si existen muchos kilómetros entre ese amor extranjero y nosotros, la imposibilidad de tenerlo cerca lo vuelven más inaccesible, y por ende, atractivo, convirtiendo los siempre tiernos comienzos en algo mucho más intenso. También es cierto que este tipo de situaciones no pueden ser alargadas por mucho tiempo.
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Si no hablamos demasiado bien el idioma de esa persona y viceversa, la comunicación puede convertirse en un bonito reto personal o en la peor de las pesadillas, tal y como veremos más adelante. Esta nueva persona también conlleva de por sí la apertura hacia nuevas culturas, rituales diferentes y una moralidad sentimental que -sí, es cierto- siempre tendrá matices diferentes a nuestro modo de concebir una relación, especialmente una vez la pareja comienza a evolucionar.
Por otra parte, tener un novio extranjero conlleva una mayor asiduidad en los viajes, una pasión diferente y, básicamente, muchas nuevas aventuras, pero…
Contras de tener un amor extranjero
El choque de culturas depende mucho de las combinaciones: nunca será igual una relación entre dos europeos de diferentes países que entre una mujer colombiana y un hombre ruso. En una relación de culturas diferentes entran otros muchos factores: adaptarse a la religión de nuestra pareja (si, por ejemplo, es judío y tú católica), a las tradiciones familiares, el machismo en su cultura (la cual posiblemente no percibiremos en un primer momento), las costumbres matrimoniales y, especialmente, el carácter.
El idioma también puede jugarnos una mala pasada en este tipo de relaciones por el agotamiento que conlleva adaptarse a una lengua que no dominamos y que, ante todo, no es nuestro idioma materno. Esto puede convertirse en algo curioso al principio y no tiene por qué ser una desventaja en toda relación con un extranjero, pero sí puede ser una amenaza para la estabilidad de una pareja en estas condiciones, especialmente en esos momentos en los que estamos cansados, en los que discutimos (no podrás expresarte como deseas en una situación tensa) o si vives en su país rodeado de él y sus amigos sin apenas contacto con gente que hable tu idioma.
Los pros y contras de tener un novio extranjero quedan sujetos a muchas circunstancias: nuestra tolerancia, las ganas de aventura que tengamos y una adaptación inteligente aprovechando los puntos fuertes pero, obviamente, respetando medianamente nuestros puntos de vista. Si moldeamos estos factores, tener una relación extranjera puede convertirse en una de las experiencias más satisfactorias (y románticas) de nuestra vida.