Rubí es uno de los bailarines que han pasado por la pista del concurso de Teletica como compañero de baile de varias estrellas entre ellas la chef Doris Goldewight y la expresentadora de tele Jalé Berahimi. Gracias a sus apariciones en la competencia del canal del trencito y a su don de gente se ha ganado el cariño y el respeto de los televidentes.
El bailarín conoce su talento, razón por la cual se exige cada vez más por lo que se arriesga a entrarle a nuevas técnicas.
A raíz de todos esos factores le entró con todo a una clase de baile muy divertida, aunque para algunos es muy escandalosa.
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Se trata de “Heels dance”, que a lo tico sería “Baile en tacones”.
La clase la imparte en la academia Latin Stars ubicada en La Sabana todos los jueves a las 7 p. m.
La regla es ponerse tacones que se usan a diario y no los zapatos profesionales de baile que son muy suaves y flexibles y que permiten desplazarse y hacer los movimientos con mayor facilidad. En decir, entaconarse no es comida de trompudo para bailar.
“Deben usar los tacones con los que se sientan más sexys, sensuales y sabrosonas. La idea es que con la clase se sientan dueñas de su cuerpo, que busquen la sensualidad y que aprendan desde cómo caminar en tacones y mejorar la postura hasta cómo bailar con ellos sin sufrir lesiones", detalló.
Fuera prejuicios
El moreno detalló que aunque hasta hace poco imparte las clases en Latin Star, él ya ha invertido muchos años en aprender a perfeccionar esta técnica tan inusual.
“Me interesé por el heels dance hace cuatro años cuando comenzaron a aparecer videos en Internet del bailarín francés Yanis Marshall, lo vi y me dije: ‘Yo tengo que hacer esto’. Me fui a Nueva York a llevar las primeras clases con él”, detalló.
Luego de esas lecciones con el papá de los tomates del baile en tacones, Rubí viaja con frecuencia a Estados Unidos para refrescar la técnica.
Si usted ve ahora a Michael encaramado en los tacones, diría que nació bailando en tacones superaltos. Sin embargo, él aseguro que no fue nada fácil agarrarle el toque.
Rubí cuenta que uno de los mayores retos físicos es que el cuerpo de un hombre por lo general es más pesado que el de una mujer, así que tener que soportar todo el peso en las puntas de los pies, como obliga el cuerpo cuando se ponen tacones, fue bastante difícil.
“Ahora puedo bailar sin parar en tacones”, dijo en una pura risa.
Pero el desafío fue más allá de unos pies con ampollas o chimados, ya que Rubí se tuvo que enfrentar a los estereotipos de la sociedad.
Rubí recordó que las primeras ocasiones que iba a una tienda a comprar tacones para ensayar el mandado se convertía en un tormento.
“Los primeros zapatos los compré en Estados Unidos y allá no tenía problemas, pero cuando quería comprar zapatos aquí era otra historia, sentía vergüenza. Entraba a una tienda y me enfrentaba a todo tipo de cosas como cuchilleos y demás”, relató.
En ese entonces Rubí tenía como aliada a una amiga.