Hace falta tener la mente despierta y el corazón permeable para amar a esta ciudad brasileña inagotable, caótica, irresistiblemente contradictoria. Una ciudad que se multiplica a sí misma a golpe de ritmo acelerado y sobredosis de energía. Y, sin embargo, en sus dimensiones brutales, en su verticalidad infinita, en su abigarrada arquitectura de hormigón, acero y cristal, es fácil encontrar resquicios genuinamente brasileños: destellos de color, de alegría, de buena vida.
Enérgica como ninguna otra metrópoli brasileña, la ciudad que es un gigante de hormigón en un país de playas tropicales se ha convertido en el nuevo refugio de la gente guapa: locales ‘chic’, buena gastronomía, vigor artístico y efervescencia nocturna la erigen en una cita inexcusable para amantes de la buena vida.
En Sâo Paulo, alma financiera y sostén económico del país, las tardes son un maremágnum de alternativas culturales, la mayoría de las veces gratuitas. Se puede asistir a festivales de música e interesantes muestras de cine. O perderse en un sinfín de galerías de arte. También se puede degustar gastronomías de todos los rincones del mundo. O dejarse ver en una terraza desde la cima de un rascacielos. E incluso arañar la madrugada bailando samba sin tregua. Aquí van solo algunas pistas para acabar rendidos a sus pies:
Solo desde las alturas es posible divisar el horizonte de asfalto en que está envuelta la ciudad. Y para ello nada mejor que el último grito de la restauración: el recién inaugurado Seen (seensp.com), emplazado en el piso 23 del hotel Tivoli Mofarrej. A un paso de la Avenida Paulista (la arteria principal) y con una de las panorámicas 360º más increíbles, nada hay como ver caer la tarde desde este bar-restaurante.
Se puede cenar de lujo, que para ello los fogones llevan la firma del chef Olivier da Costa, responsable del espacio culinario más emblemático de Lisboa (Olivier, que acaba de reabrir sus puertas en el hotel AVANI Avenida Liberdade). Pero lo suyo es quedarse a tomar un cóctel (o varios) en la barra central de esta sala completamente acristalada, sin paredes, desde donde, ambientado por la música de un DJ, se asiste a la transformación de la ciudad en un océano de luces.
En esta ciudad que es una exposición de obras maestras postbrutalistas no hay que perderse el SESC Pompéia (sescsp.org.br) de Lina Bo Bardi, artífice también del icónico Museo de Arte de Sâo Paulo. Se trata de una vieja fábrica transformada en centro para la cultura, el ocio y el deporte, con una arquitectura experimental e inclasificable. Biblioteca, piscina, canchas de fútbol, talleres, salas de estar y de exposiciones, auditorio, restaurante, terrazas… integran este espacio en el que siempre hay eventos, como festivales de jazz o muestras de teatro.
La moda también pisa fuerte en Sâo Paulo, considerada una meca para las compras en América del Sur. Además de exclusivos centros comerciales como Cidade Jardim e Iguatemi, en la céntrica calle Oscar Freire se concentran las tiendas de lujo junto a firmas nacionales. Una nueva marca está haciendo furor entre las jóvenes: Twenty Four Seven (tfseven.com.br), ideada para “la mujer nonstop que existe dentro de cada una”. Un puñado de tiendas (y prometen ser más) se dispersan por los barrios más famosos de esta ciudad siempre a la última.