Tipsy despliega lentamente su brazo para buscar un vaso, luego lo dobla hacia adelante y hacia atrás para agarrar unos cubitos de hielo con sus pinzas, y después selecciona mecánicamente una botella.
Tipsy es un robot "mezclador" que atrae a los espectadores en un centro comercial de Las Vegas, donde le ordenan un "dirty martini", sacudido o mezclado por una computadora.
Monsieur y Tended Bar son dos marcas de máquinas expendedoras de bebidas al estilo de las de café: la persona selecciona su caipirinha o su bloody mary en un menú digital y en unos pocos segundos estas máquinas lo sirven.
Algunos clientes lo aprueban. "Los robots y la automatización son más rápidos y prácticos. Las bebidas son siempre lo mismo. Incluso puedes agregar un poco más si deseas, lo que es realmente genial", dijo John Woodall, un turista de Tennessee, mientras espera su bebida preparada por Tipsy.
"Esto es el futuro", agregó Mauricio Letona, quien vive en Las Vegas.
Menos seducido por la experiencia, Antoine Ferrari, un turista francés, asegura que es "más agradable tomar una copa cuando hay alguien detrás de la barra", aunque admite que con Tipsy, el objetivo es "reírse y estar en esta dimensión un poco futurista".
Rino Armeni, presidente de la empresa Robotic Innovations y propietario del bar, reconoce que este autómata es sobre todo "una atracción".
"Lo primero que les dije a mis empleados cuando abrimos fue: 'Estos robots están ahí para distraer, pero la gente acudirá a ustedes, no quiero perder el lado humano", contó.
Los expertos reconocen que muchos de los trabajos que desaparecerán no serán reemplazados, pero agregan que hay pocas posibilidades de que el barman esté en vías de extinción.
"Mira todo lo que hace un barman: hablar con los clientes, decidir cuándo no servir una bebida más, asegurarse de que la gente no robe botellas, recibir los pagos y dar cambios, reponer, recoger las copas y lavarlas, llamar a seguridad en caso de alboroto", enumeró Michael Dyer, profesor emérito de informática en la Universidad de California en Los Angeles, UCLA.
Los androides no tienen estas capacidades, subrayó, y agregó que en la elección acaba influyendo un análisis de costo/beneficio: "Si una máquina vale 100.000 dólares por año para hacer una sola tarea mientras un barman humano cuesta 30.000 dólares al año y hace mucho más, uno no va a reemplazar al otro".
"La otra pregunta es: ¿queremos hacer eso? Buena parte del placer cuando vamos a un bar es hablar con los camareros y camareras, seducirlos, poder contarles tus problemas", agregó.
Para él, la robotización de un barman funciona en los lugares donde el objetivo no es la interacción social: ferias profesionales, salas de conciertos, etc.
"Hay lugares donde un robot puede mejorar la calidad del servicio", dijo Pamela Rutledge, experta en psicología de los medios, "pero en un bar de barrio, ser reconocido por el barman crea una especie de conexión social que te hace sentir que perteneces a una comunidad", concluyó.