Familia de récord revela la ‘receta’ de su longevidad

La familia Donnelly, de trece hermanos y hermanas de Irlanda del Norte (Reino Unido), quienes en total tienen 1.073 años de edad, acaban de entrar en el libro Guinness de los Récords por su longevidad, informa el diario 'The Telegraph'.

El mayor de los hermanos tiene 93 años, mientras el menor 72. La familia del condado de Armagh ha confesado haber heredado de su padre la costumbre de "comer algo caliente antes de irse a dormir".

 

El hermano menor, Joe Donelly, ha revelado la 'receta' familiar de la salud: "Gachas de avena a las 22:00, luego también [gachas] para el desayuno a las 7:00. Avena cocida, leche, y probablemente una cubierta de mermelada de manzana".

Se vengó de su ex que le llamaba "pedazo de basura fea"

 

El diario ha recordado que las gachas de avena se conocen por reducir la presión sanguínea, el riego de diabetes y colesterol y proteger contra la cardiopatía.

Según los Donelly, en su niñez consumían solo alimentos naturales: frutas y verduras de su huerto, huevos, leche y carne de su propia granja.

 

Estudio: Los perros saben distinguir entre una buena y mala persona

Los perros suelen tener ciertos comportamientos extraños con algunas persona en particular. Resulta común caminar por la calle y que de la nada, un perro le ladre a un extraño sin motivo alguno. Cuando esto ocurre, generalmente surge la idea de que el animal puede distinguir entre una persona buena o mala. Y ahora, un estudio científico confirmó que los perros son capaces de darse cuenta cuando alguien es amable, aunque no haya interactuado con ellos previamente.

El estudio publicado en Sciencedirect afirmó que no solo son capaces de distinguir entre una buena persona sino que también pueden saber si alguien es grosero con otro ser humano. De hecho ellos procesan la información necesaria para determinar su comportamiento tanto para desconocidos como para con su propio amo.

El experimento se realizó mediante un trabajo de campo. En un primera etapa, los investigadores pidieron a los dueños de los perros que intentaran abrir un contenedor y al fallar, que les solicitaran asistencia a dos investigadores. En todos los casos, uno de los interventores permaneció pasivo, mientras que el otro lo auxiliaba. Posterior a este escenario, los dos colaboradores le ofrecieron alimento al can, el cual no hizo distinción entre uno y otro. Los científicos concluyeron que no se trataba de preferencia por el hombre más útil.