Un faro en el medio de la nada: el hotel más peligroso del mundo

 

Al sudesde de Southport, en Carolina del Norte, se sitúa un alojamiento muy extraño, en una zona azotada por huracanes y rodeada de tiburones. Los detalles del curioso complejo hotelero al que sólo se puede llegar en helicóptero o barco

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Existen muchos factores que inclinan la elección a la hora de decidir el hotel donde hospedarse. Los servicios, la ubicación y su accesibilidad, las comodidades dentro de la instalación, el precio de estadía, y muchos otros componentes que se conjugan con las prioridades de los viajeros para la elección final, preferencias que dependerán de los gustos de cada uno.

Algunos turistas son más osados que otros y les gusta transformar el tiempo de descanso en aventuras extremas. El Frying Pan Tower es una gran opción para ellos. Con la fama de ser el hotel más peligroso del mundo, el complejo es único y distinguido precisamente por brindarles a los huéspedes una estadía expuesta permanentemente a múltiples amenazas. Quien decide dormir allí sabe que correrá riesgos en cada minuto que pase en él. Es consciente que se somete a una experiencia solo para valientes.

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Sucede que el peculiar alojamiento se encuentra a 55 kilómetros de la costa de Southport, en Carolina del Norte, situado en el medio de la nada. O mejor dicho, en el medio de solo agua. Desde el lugar, el que asome la vista en cualquier dirección solo se encontrará con el panorama azul pintado por el mar. Lo particular y peligroso de la zona es que es azotada con frecuencia por huracanes, está rodeada de tiburones y es sólo alcanzable en helicóptero o barco.

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Con estampa de plataforma petrolífera, fue construida en 1964. Tiene dos pisos y está emplazada unos 25 metros por encima del nivel del mar. El propósito de concepción de la torre era ser un faro de la guardia costera. Así se empleó hasta 1979, Luego estuvo en desuso durante más de tres décadas, hasta que en el año 2009 un emprendedor llamado Richard Neal la compró a 85.000 dólares en una subasta. A este ingeniero de software no le importaron los serios daños a la estructura causados por los huracanes Fran y Floyd, durante los '90.

El nuevo propietario apostó por restaurar el inmueble y convertirlo en un hotel. Cuenta con ocho habitaciones, todas con ventanas desde las que divisar el inmenso océano, además de cocina, agua caliente e incluso wifi. Todo enmarcado bajo una la sencilla pero cuidada decoración.

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Antes de hospedarse, cada residente debe firmar un documento donde los turistas se hacen cargo de cualquier accidente que puedan tener, incluyendo desastres como un huracán o incluso tiburones. No se permiten niños menores de 10 años ni mascotas.

Al no haber opciones para salir a pasear y permanecer en un espacio limitado, el pensamiento rápido lo asocia al aburrimiento. Pero para fomentar el ocio hay otras actividades. Pescar es la principal. De hecho, los principales visitantes son pescadores. Para los aficionados del golf, se puede utilizar la pista superior, el techo del hotel, como campo de práctica y ejecutar tiros al agua. Si el clima no acompaña, en la sala de estar hay varios juegos, como una mesa de pool o un tablero para lanzar dardos.

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La Frying Pan Tower está asentada en el extremo sur del llamado "Cementerio del Atlántico", conocido así por la gran cantidad de barcos que se hundieron en toda el área. Lógicamente, el acceso es una de las principales dificultades. Se llega en barco o helicóptero.

Los dueños ofrecen disfrutar una vivencia única, irrepetible, pero que no deja de ser costosa. La estancia mínima y más económica es de tres noches, con precios que parten de 498 dólares. En las promociones, además, no está incluido el transporte.