Cuidados especiales para antes, durante y después del entrenamiento.
Cualquier perro, de cualquier raza o edad puede ser entrenado para acompañar a su dueño en sus ejercicios. Pero como condición, hay que tener en cuenta la preparación progresiva, y la intensidad acorde a su tamaño, edad y condición física.
Consejos básicos
En primer lugar, debe existir una buena relación con su dueño para que el trabajo en conjunto sea un disfrute de ambos.
Consulte al profesional veterinario si planea correr junto a su perro para adecuar el ritmo e intensidad del entrenamiento al estado físico de su perro.
Siempre hay que comenzar de manera progresiva, dando tiempo a que el organismo del animal se vaya adaptando lentamente a los esfuerzos, tanto sea en cantidad de horas, días a la semana y desgaste energético de los mismos. Se trate de trote o corrida, siempre, debe ser progresivo.
El ejercicio puede practicarse de mañana o tarde, indistintamente, pero lejos de las comidas y evitando calores extremos.
La superficie de entrenamiento debe ser blanda y no resbaladiza, para no provocarle lesiones en las almohadillas, tendones, ligamentos y articulaciones.
Habrá que llevar botellitas con agua fresca para evitar la deshidratación, y dársela en forma moderada en los descansos.
Salvo que se trate de un entrenamiento para competición extrema, una alimentación de calidad es más que suficiente para el ejercicio de rutina.
Al llegar a casa, luego de la actividad física, es importante que el perro tenga un breve descanso para que finalice la fatiga, recién entonces ya puede tomar agua pero en forma progresiva para evitar la dilatación gástrica por exceso de la ingesta.
Recuerde que, por ordenanza municipal, los perros deben ir con correa; ésta debe ser corta para evitar encuentros con otros perros y para no enredarse con la misma.
Si el entrenamiento es supervisado profesionalmente, ambos, perro y humano, gozarán de todos los beneficios que brinda la actividad física con un plus de disfrute por estar en buena compañía.