Las teorías sobre el fin del mundo son numerosas, unas basadas en las escrituras, otras en la especulación, otras en la conspiración y otras en la ciencia.
Una de las teorías reza que el Sol, la estrella de la que depende la vida en la Tierra, será el encargado de destruir el planeta.
Jillian Scudder, astrofísica de la Universidad de Sussex, Reino Unido, dice que la precisión del proceso es incierta, pero en general sostiene que el calor emitido por el sol terminará por evaporar el agua, que se acumulará en la atmósfera y hará que el efecto invernadero se potencie y evapore toda el agua del mundo.
Las investigaciones de Scudder sostienen que el calor del sol aumenta de manera paulatina y provoca que el hidrógeno se queme y se acumule helio. mucho antes de que agote esas reservas, su radiación será tan intensa que separará las moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno, dice la científica.
Es decir este aumento se agrava conforme pasa el tiempo hasta que de aquí en 3500 millones de años la radiación solar será 40% más fuerte de lo que es hoy lo que provocará que toda el agua del mundo hierva y el planeta se convierta en un lugar seco, ardiente y no apto para la vida.
Muy probablemente el Sol destruirá la Tierra antes de quedarse sin combustible (hidrógeno). Pero, pensemos que no es así, y que llega el día donde el Sol se queda sin hidrógeno. A partir de aquí solo queda un combustible, el helio. Aquí el Sol pasará a un nuevo nivel como estrella: Una gigante roja.
Posteriormente, según Scudder, el Sol estará mil millones de años más expandiéndose y quemando helio con una cáscara alrededor de hidrógeno que aún se fusionaría al helio. Poco a poco las capas exteriores del Sol irían desprendiéndose y su masa disminuiría, alterando su relación gravitacional con los planetas. En otras palabras, todos los planetas que orbitan alrededor del Sol empezarían a descontrolarse, mientras que el Astro Rey expande su calor y su atmósfera hasta Marte, tragándose por el camino a Mercurio y Venus.
La Tierra, a pesar de poder escapar de esta expansión del Sol, estaría muy cerca de esta nueva gigante roja. Su temperatura habría subido ya tanto que la vida del antiguo Planeta Azul sería imposible.
Finalmente, una vez que el Sol agotase tanto el hidrógeno como el helio, se volvería inestable y empezaría a producir pulsos. Con cada pulso, una capa externa de su atmósfera desaparecería, quedando un núcleo interno frío rodeado de una nebulosa. El Sol se convertiría así en una enana blanca, una estrella muerta que se acabaría enfriando y desvaneciendo.
Al menos, ese es el final que se espera para nosotros. El Sol destruirá la Tierra en miles de millones de años, algo que parece lejano, pero en medidas a escala del Universo, es poquísimo tiempo.