El Comité Olímpico Internacional (COI) otorgó este domingo la medalla Pierre de Coubertin al espíritu deportivo a la atleta estadounidense Abbey D’Agostino y a la neozelandesa Nikki Hamblin, que el pasado martes protagonizaron un acto de nobleza cuando esta última fue alentada por D’Agostino luego de que ambas se cayeran mientras corrían una de las semifinales de los 5.000 metros femeninos en los JJ.OO. de Río de Janeiro, informó el Comité en su página oficial.
Ambas atletas entraron en la línea de meta como penúltima y última, respectivamente, tras lo cual se abrazaron. Como consecuencia de la caída, D’Agostino sufrió daños en una articulación más, pero a pesar de la lesión ayudó a la neozelandesa a levantarse y la animó para alcanzar la meta. La atleta estadounidense tuvo que ser trasladada en una silla de ruedas, pero abandonó el recinto con una gran sonrisa.
«Creo que es algo muy especial para ambas. No creo que ninguna de las dos se despertara pensando que eso iba a suceder ese día, en nuestra carrera o en los juegos olímpicos. Somos competidoras fuertes que solo queríamos salir y hacerlo lo mejor posible en la pista», expresó Hamblin tras el acto de condecoración, que se llevó a cabo en el marco de los Premios al Juego Limpio (Fair Play Awards) celebrados en el Parque Olímpico de Río de Janeiro.
La presea dorada, bautizada en honor al fundador de los Juegos Olímpicos, Pierre de Coubertin, es reconocida como una de las mayores distinciones y honores que puede recibir un deportista olímpico y solo ha sido concedida a 17 atletas en toda la historia del evento.