Jack vivió mucho más que el común de los Yorkshire. Tenía entre 24 y 26 años, o el equivalente a unos 117 años humanos.
Era el can más viejo de Inglaterra, indicó su dueño, Ray Bunn, a los tabloides británicos en un reportaje especial con motivo de su cumpleaños, en diciembre.
Toma medicación, pero come y bebe bien. Tiene algunos problemas en el lomo y en las piernas porque está mayor, pero está bien, declaró entonces Ray.
A pesar de sus problemas, el perro vivía con comodidad. Jack tenía incontinencia urinaria, ataques epilépticos ocasionales y prefería el solomillo y la carne enlatada a la comida para perros.
Pero también Era muy inteligente. Cuando quería cenar o salir a pasear te lo hacía saber. Era maravilloso, dijo Ray.
Ray y su esposa, Mary lo rescataron hace 16 años, luego de que la vecina de su hija lo encontrara amarrado a un árbol.
Cuando lo vi, vino corriendo hacia mí y saltó a mis brazos. La conexión fue instantánea y pronto se convirtió en una parte importante de nuestra familia, relató Ray.
Pero esa alegría se convirtió en tristeza el lunes por la mañana.
Cerca de las 9 de la mañana, Ray tomó el auto, rumbo al puerto deportivo de Hartlepool, en la costa este de Inglaterra, con un amigo.
No tenían ni idea que el destino final del perro estaría en los dientes de otro animal.
Un Lakeland terrier negro corrió hacia el auto a toda velocidad y se abalanzó hacia el Yorkshire violentamente, relató Ray.
Clavó sus dientes en Jack. Yo comencé a golpear al otro perro en la cara pero no lo soltaba, le dijo Ray a The Independent.
Jack comenzó a sangrar: tenía un pulmón perforado. Y murió de camino al veterinario. Eso sí, vivió al menos una década más que un yorkshire normal.