Es una consecuencia de las instrucciones dictadas por los estrictos genes Hox, que también controlan el grosor y la separación entre los dedos de la mano y los pies.
Esta región del ADN contiene especificaciones para construir solo cinco tipos de apéndices diferentes.
De hecho, los modernos tetrápodos, criaturas con cuatro patas, y sus antepasados extintos cuentan con ese número como máximo.
Ni siquiera el pulgar del oso panda es un verdadero sexto dedo, sino que se trata de una modificación de un hueso de la muñeca, el llamado sesamoideo radial, que creció y se alargó hasta formar la protuberancia con la que deshoja los tallos de bambú.
Esta restricción anatómica apareció en los vertebrados hace aproximadamente 340 millones de años, en el periodo Carbonífero inferior, paralelamente al desarrollo de tobillos y muñecas con articulaciones más sofisticadas y complejas.
Antes, existieron animales terrestres con seis, siete y hasta ocho dedos, pero sus miembros posiblemente estaban peor adaptados desde el punto de vista biomecánico para caminar y los experimentos de la evolución terminaron.