El pintor Vincent Van Gogh le dio la oreja que se cortó a Gabrielle Berlatier, una adolescente de padres granjeros que mantuvo en secreto su encuentro con el artista holandés, revela hoy la revista británica The Art Newspaper.
Tras cortarse la oreja izquierda en diciembre de 1888, Van Gogh (1853-1890), se la entregó a esta joven francesa, que entonces tenía 18 años y trabajaba como doncella en un burdel, según la revista.
Para identificar a la muchacha, cuya identidad fue una incógnita durante 127 años, la publicación siguió las pistas del libro Van Goghs Ear: The True Story, editado la semana pasada y en el que la autora se refería a una mujer como la persona que recibió el órgano auditivo del pintor postimpresionista.
La escritora e historiadora irlandesa Bernadette Murphy señaló en su obra que decidió ocultar el nombre de la mujer, después de que la familia le expresara su deseo de no revelarlo.
Murphy también descubrió, según se informó la semana pasada en Holanda, que Van Gogh se cortó la oreja izquierda en lugar de solo el lóbulo, como se creía hasta ahora.
Tras los estudios de esta escritora, The Art Newspaper afirma que inició una investigación que les llevó a rastrear los archivos del Institut Pateur de París, donde encontraron a una paciente llamada Gabrielle Berlatier, que contrajo la rabia después de la mordedura de un perro en enero de 1888.
El nombre de Gaby apareció por primera vez en un artículo de 1936, que citaba a Alphonse Robert, el policía que el 23 de diciembre de 1888 recibió una llamada del burdel en el que Van Gogh se cortó el órgano auditivo.
Tras cortarse la oreja, el autor de los girasoles más famosos de la historia del arte se la entregó a la joven, que decidió no contar a nadie este episodio de su vida, según la revista.
La publicación también pudo saber que Berlatier trabajó como limpiadora en el Café de la Gare en Arles (sur de Francia), un establecimiento propiedad de amigos de Van Gogh, donde el pintor permaneció en una de las habitaciones durante mayo y septiembre de 1888 y donde pintó su obra The Night Cafe.
El hecho de que la joven conociera a los dueños del local llevó a la revista a concluir que Berlatier era una persona a la que Van Gogh veía con regularidad.