La nueva tecnología va tomando diferentes matices tanto que en breve se podrá conocer el nivel de coquetería, sentimentalismo y otros estados de ánimo.
La aplicación de reconocimiento de voz, que ya está disponible para preordenar, Beyond Verbal, puede decir si se coquetea demasiado en solo 20 segundos. Consiste en un suéter que detecta la estimulación de la piel para codificar en colores los sentimientos.
El método de más rápido desarrollo es el reconocimiento facial, liderado por Affectiva, un emprendimiento que se derivó del grupo Affective Computing del MIT hace tres años. En ese tiempo, la empresa acumuló una base de datos de más de mil millones de expresiones faciales, que utiliza para entrenar algoritmos para reconocer y clasificar emociones básicas como felicidad o enojo, con más de un 90 por ciento de precisión.
El competidor, Emotient, también se especializa en el reconocimiento facial, pero su principal objetivo es el sector minorista. Su software está a prueba en las tiendas, al identificar 44 movimientos faciales para monitorear las reacciones emocionales del personal y los compradores, así como información demográfica incluida la edad y el género.
El médico Erik Viirre, un neurofisiólogo de San Diego, Estados Unidos, cree que también es tiempo de llevar esas herramientas a una práctica clínica. «Aunque muchos medicamentos listan al riesgo de suicidio como un efecto secundario posible, creo que tenemos que utilizar biosensores, y hay un gran impulso dentro de la psiquiatría para traerlos. Los trastornos del pensamiento podrían ser detectados mucho más rápidamente y utilizados para determinar el tratamiento», explica.
«Es fácil entrenar a una computadora para reconocer emociones básicas, como miedo o enojo. Es más difícil reconocer estados emocionales más complejos, que también podrían ser culturalmente dependientes, como la confusión, interés y concentración», agrega.