La alimentación debería resumirse en tres palabras: sencillez, saciedad, y placer. Pero, ante la multitud de reglas y de modos de alimentación, la hora de las comidas suele convertirse en una fuente de estrés, más que de placer. Por esta razón, proponemos volver a los principios básicos para una alimentación sana y deliciosa.
Consejos a la hora de alimentarnos
Optar por alimentos que existen desde siempre.
En otras palabras, dar prioridad a los «verdaderos» alimentos, los que la naturaleza produce, más que a los alimentos empaquetados: el pan y los cereales de grano integral, el arroz integral y la quinoa.
En nuestra dieta no deben faltar las proteínas de forma moderada.
Contrariamente a la creencia popular, se ganaría al considerar las proteínas animales como un condimento, y no como el corazón de una comida. La porción de carne en el plato no debería superar entre los 85 y los 115 gramos, y las verduras debería ocupar los dos tercios o más del plato.
Elegir las frutas para endulzar los platos.
Conviene saber que el organismo humano no ha aprendido a digerir los ingredientes aislados. Esto explica que los dulces y las sodas se hayan convertido en los grandes responsables de la obesidad en los países desarrollados. Después de una comida, en vez de un postre rico en azúcar, se debe optar mejor por una fruta, para satisfacer los antojos.
Comer con moderación.
En efecto, es tan importante estar atento a lo que se come como a la cantidad de lo que se come. Levantarse de la mesa una vez saciados (antes de comer demasiado), evitar saltarse las comidas, alejarse del despacho para comer, y optar por frutos secos en caso de necesidad. Estos hábitos sencillos son ideales para recuperar el dominio del plato, del cuerpo y de la salud.
Consejos a la hora de comprar los alimentos
Evitar los pasillos centrales de los supermercados
Cuando se va al supermercado, se debe comenzar por la sección de las frutas y verduras. Después, se debe ir al centro de la tienda para encontrar los alimentos y cereales de grano integral, y alejarse de los pasillos donde se encuentran los culpables de la alimentación: las bebidas a base de gas y azúcar, los alimentos empaquetados, y los dulces.