Cuentan los libros de historia que en verano del 1858 Londres sufrió lo que se bautizó como The Great Stink (El Gran Hedor), un período de unos dos meses en los que el olor a residuos humanos inundó la ciudad, el Támesis se llenó literalmente de excremento y la peste resultó tan sumamente insoportable que dio lugar a la creación del alcantarillado.
No sabemos si es un homenaje a tan nauseabundo episodio histórico, pero el Reino Unido acaba de inaugurar su Museo Nacional del Excremento. Una oda a la escatología, que no es extraña en otras culturas, como la catalana sin ir más lejos, donde brillan con luz propia figuras tan arraigadas como el caganer o el caga tió, un tronco con barretina que caga regalos. En el Reino Unido no han querido ser menos y ya tienen su museo de la caca.
Este centro dedicado a la hez se encuentra en el zoológico de la Isla de Wright. El objetivo de tan peculiar museo es mostrar todo tipo de curiosidades sobre los excrementos y recalcar su valor como fuente de energía natural y renovable. La misión es la de introducirse en el mundo de los excrementos, examinar nuestra relación con ellos y cambiar para siempre la manera que tenemos de pensar sobre esta increíble sustancia, explica su página web.
Los clientes del National Poo Museum pueden recrearse en una exposición permanente que compila defecaciones de hasta 18 especies. Un santuario de la caca en el que contemplar la textura y forma de las heces de vacas, leones, zorros, monos o búhos, entre otros. También hay espacio para defecaciones humanas e incluso prehistóricas, de hasta 38 millones de años de antigüedad. Todas las muestras de heces están contenidas en capsulas de resina, pero eso no libra al intrépido visitante de la experiencia de sentir el inconfundible olor de las boñigas que allí yacen.
Aunque parezca extraño, este no es el primer museo dedicado a la coprología: cerca de Milán ya existe desde hace años el Museo della Merda. Si se aventuran a visitarlos, pues lo que se dice siempre, mucha mierda.
